martes, 11 de marzo de 2025

Se veía venir




Hay miradas que lo dicen todo. También hay frases que lo dicen todo, pero eso no tiene tanto mérito.  Incluso gestos, una simple mirada o un fruncimiento de labios, cuentan lo que hay detrás. A veces lo que hay detrás es una novela de quinientas páginas. 

¿A qué viene todo esto? A Trump. Viene a que se le veía venir. Todo en él apuntaba en la misma dirección. No voy a entrar en detalles de por qué se le veía venir, no me apetece. En realidad no me apetece hablar de él, de modo que voy a olvidarlo.

Nada, imposible,... que no puedo. Trump se ha metido en mi vida de una forma abrupta e inmisericorde. Muy de Trump, tanto lo de abrupto como lo de inmisericorde. 

Nada más despertarme, que lo hago con la radio, ya están hablando de él. En un gesto de legítima defensa, intento volver a dormirme, hecho un cuatro, como queriendo defenderme de sus patadas. Luego, a lo largo del día, me lo vuelvo a encontrar en un montón de sitios, en la compra, en el banco, en las noticias, en el fisio, que es de Ucrania y me mira con ojos de pena.

Hasta ahora, ningún presidente de Estados Unidos se había metido tanto en mi vida, y todos, de alguna manera, lo habían hecho.

Pero no soy el único. Trump se ha metido en la vida de todos, en la de unos más que en la de otros, pero ninguna vida va a seguir igual desde ahora. Lo van a notar hasta los gatos, que como tienen siete vidas para ser devorados por algún inmigrante, lo van a notar siete veces.

Tengo la sensación de que Trump es una esquirla de ladrillo que se me ha metido en un ojo. Una molestia continua y dolorosa que va a estar fastidiando durante mucho tiempo. Y tenemos suerte los que sólo nos vamos a ver afectados económicamente, porque a otros les va a cambiar la vida de verdad de la buena. Y la se sus hijos y nietos. Porque al final, Ucrania no tendrá más remedio que pagar a Trump lo que le pida y lo que le va a pedir son los recursos naturales de su país. Yo te protejo pero me vas a dar lo que yo te pida. Muy de la mafia, y como resulta abrupto e inmisericorde, también muy de Trump.

Como me duele el ojo, cada vez más.




Este artículo fue publicado en Nueva Tribuna. AQUÍ el enlace.






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