viernes, 31 de enero de 2025

Una furtiva lágrima






El mundo, a pesar de mi edad, no deja de sorprenderme. Y menos mal. Una amiga mía que es psicóloga me ha dicho que las sorpresas son una emoción primaria muy necesaria porque liberan dopamina, y su ausencia puede provocar estados de depresión. ¡Toma! Luego, otro amigo mío, que es físico, me ha dicho que sin sorpresas el incremento de entropía es cero y eso sólo conduce a la muerte del universo. Yo que me siento muy unido, por las razones que sean, a este universo, pienso seguir sorprendiéndome con cosas, aunque sólo sea por evitar su muerte.

Lo último que me ha llenado de asombro son las lágrimas. Su composición química varía según sean las razones para llorar. Una lágrima provocada por una pena muy grande, tiene una forma de cristalizar diferente a otra lágrima causada porque nos estamos meando de risa. 

Las lágrimas, para que os enteréis, además de agua tienen lípidos, encimas, proteínas, sales minerales, y según cómo intervengan esas sustancias, así cristalizan. Cuando lloramos porque tenemos cerca una cebolla, la lágrima actúa como un escudo protector al ataque químico, y es muy diferente a las llamadas lágrimas basales, que son las que tenemos constantemente en los ojos para lubricarlo, y que no salten chispas cada vez que movemos el glóbulo ocular.

Mis lágrimas favoritas son las emocionales, porque tienen componentes quimicos que el resto carecen, como la prolactina. Yo es que soy muy de prolactina y en cuanto se me presenta la ocasión la derramo sin escatimar. Suelto prolactina viendo documentales de la dos en que un león muere porque le ha picado una serpiente, o en películas moñas aunque sean de dibujos animados. 

Entiendo perfectamente a la fotógrafa Rose-Lynn Fisher que se ha hecho famosa por fotografiar más 100 lágrimas vistas a través de un microscopio. Y no es la única a quién le ha dado por ahí; ahora, por la módica cantidad de 300 euros, el fotógrafo holandés Maurice Rikkers inmortaliza la lágrima que le lleves siguiendo el mismo método. La lágrima puede ser tuya, en plan selfie extravagante, de tu perro o de un cocodrilo si quieres ir a lo fácil.

No sé qué me sorprende más, que es de lo que iba esto, si la diversidad de lágrimas que existe o que haya fotógrafos que se dedican a hacerles fotos, una vez que han cristalizado convenientemente. Creo que son en blanco y negro.

Y para mayor sorpresa, en Japón existe una práctica llamada Ruikatsu, que consiste en reunirse varios paisanos para llorar en grupo. Es una terapia a la que cada vez se suman más adeptos. Para echarse a llorar, literalmente.

En fin, espero que os hayáis sorprendido con todo esto, o con lo que sea, da igual. Es la única manera de que el universo siga existiendo.



Leoncio López Álvarez














lunes, 20 de enero de 2025

Augurios para 2025

 Si eres de los que se fían de la IA, más vale que no escuches el siguiente podcast de IN. O al menos, no escuches la primera mitad. 

Avisado quedas.




AQUÍ 




miércoles, 8 de enero de 2025

Por favor




 Estamos a día ocho de enero y todavía no he escrito nada sobre los propósitos para el nuevo año. Pues sí que empiezo bien. Entonces, mi primer propósito para 2025, es que no tarde una semana cada vez que tenga que hacer algo. Sé que no lo voy a cumplir, pero eso es cosa mía. 

Tengo otro propósito dirigido a todos los demás, incluido yo, y me temo que tampoco los va a cumplir nadie.

No soy el único en proponer lo que voy a decir a continuación, todos anhelamos lo mismo, pero curiosamente nadie hace nada por conseguirlo. Me refiero a intentar que desaparezca el mal ambiente que hay por todos los sitios, la crispación que notamos en debates, tertulias, reuniones, y por supuesto en cualquier aparición pública de cualquier político y que afecta a nuestras vidas privadas. Hemos llegado a unos niveles de malrrollismo que impregna a toda la sociedad. Lo que vemos en nuestros representantes, nosotros vamos y los imitamos, que parecemos tontos.

Como prueba fehaciente de lo que estoy diciendo os pondré un ejemplo que escuché el otro día en la radio. El conductor del programa pedía a sus oyentes que llamaran por teléfono para que dijeran, atención, qué es lo que más les fastidiaban de las navidades. Creo que la centralita se colapsó. Además, cada vez que llamaba uno, el tono de cabreo iba en aumento. 

A continuación, este titán de las ondas, en vista del clamoroso éxito que había tenido su iniciativa, pidió a los escuchantes que llamaran para que dijeran la música que menos soportaban, aquella canción que cada vez que la oían les entraban unas ganas irresistibles de hacer añicos la radio. Pero ojo, luego preguntó por su película más aborrecida, satisfecho con el rumbo que estaba tomando el programa. 

Siempre me ha parecido una cursilada inútil preguntar cuál es tu novela preferida o la película que guardas como un tesoro en tu memoria, pero por lo menos al contestar es imposible no dibujar una sonrisilla, pues los buenos  recuerdos tienen ese efecto, justo lo contrario de los malos.

Esto es sólo un ejemplo, pero ilustra claramente mi propósito para el 2025, de sugerido cumplimiento por todo el mundo. Sugerido, rogado y suplicado. 

Andad, sed buenos y mirad siempre el lado positivo de las cosas, no protestéis por tonterías, no discutías con vuestros amiguitos y decidles que es una gran alegría verlos. Desead un día estupendo a vuestros vecinos, y a la cajera del súper dedicadle una sonrisa cuando os ofrezca una bolsa, al tiempo que dais las gracias. Los camareros merecen especial atención, son los que más sufren las malas caras y los desplantes de los clientes. De alguna manera tenemos que quitarles de la cabeza que es una buena idea echar unas gotas de evacuol en la sopa. 

En fin, mis propósitos para el nuevo año, es que volvamos a ser los mismos tipos majos que hemos sido casi siempre. Lo digo por si cunde la idea.