sábado, 18 de junio de 2022

Estoy en la higuera

 


La naturaleza no deja de mostrarme su sabiduría con ejemplos que son contraejemplos de lo que aceptamos como natural. Eso que ven en la fotografía, colgando del techo, y de considerable tamaño aunque no se aprecie, es nada menos que un árbol, exactamente una higuera. Yo, si fuera árbol, sería una higuera, además, estoy seguro, de que también estaría al revés. 

Hay cosas inimaginables para unos, y para otros, en cambio, ves que encajan a la perfección. Una higuera colgando del techo, no extraña a nadie, pero todo el mundo vería que eso es algo imposible para un roble. Lo bueno de la higuera es que te puedes esperar de ella cualquier cosa, es un árbol que está como una auténtica cabra. Incluso las que crecen en el suelo y no en el techo, tienen cosas la mar de extravagantes. Por ejemplo, sus frutos, no son frutos sino infrutescencias, que a su vez son consecuencia, no de una flor, sino de una inflorescencia. Lo de los higos y las brevas, ya ni lo cuento, pero ahí está el fenómeno.

Las higueras son célebres por crecer en los lugares más inverosímiles, quizá en la grieta de una roca, o en la pared vertical de un acantilado, pero echar raíces  en la bóveda de las ruinas de unas termas romanas, es lo nunca visto. El presente ejemplar está en Bacoli, muy cerquita de Nápoles, a la entrada, o la salida según se mire, de unas termas de antes de Cristo, como ya ha quedado dicho.

¿Cómo ha llegado a crecer boca abajo? Pues de la misma forma que boca arriba, ya que en nada difiere esta higuera antípoda con otra que tenga los pies en la tierra. Por lo visto da unos higos estupendos y de excepcional calibre, siendo los más sabrosos, como siempre, los que están en la parte más alta del árbol, en este caso,  los más sencillos de coger. Por fin, una higuera que para recoger lo mejor que da, basta con agacharse ligeramente. Hubiera sido el paraíso de Platón y de Aristoteles, entre otros grandes filósofos clásicos de la Antigua Grecia, que como sabemos, eran entusiastas comedores de higos. Y quién no, están buenísimos. Los higos.

La frase, "estar en la higuera", en este caso, añade una nueva dimensión a su significado, haciendo más evidente la analogía buscada. Propongo acuñar la expresión "estás en la higuera de Bacoli" para cuando el caso de distracción del aludido, es de tal magnitud, que exige recurrir a la exageración.

Lo bueno que tiene, por añadir una cualidad más a la higuera referida, es que resulta imposible caerte de ella, y si te caes, porque te has encaramado a sus ramas y luego no ves manera de bajar, subir más bien, te caes para arriba. El porrazo es el mismo porque el suelo está arriba, no vamos a engañarnos, pero en cualquier caso, la experiencia es única. 


Leoncio López Álvarez


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