Estos días en que de repente hemos dejado de pertenecer al privilegiado planeta de gente feliz, satisfecha, despreocupada y menor de edad, y vemos (no todos lo vemos, siempre hay insensatos que siguen en la infancia) que un peligro exterior nos amenaza de igual manera a todos (aunque algunos se sientan protegidos de cualquier sufrimiento sin saber que la estupidez precisamente desampara), son días muy apropiados para hacer algo que en condiciones normales no hacemos: reflexionar. Y no lo confundamos con pensar, que eso sí lo hacemos a diario. Estoy escribiendo una novela en la que uno de los protagonistas distingue entre pensar y reflexionar. Parecen lo mismo, dice, pero existe una gran diferencia que los separa. Yo, que muchas cosas las descubro por lo que dicen mis personajes, estoy completamente de acuerdo con que no es lo mismo, cada cosa merece distinto tratamiento, y también cada momento. Ahora nos encontramos en uno que es para reflexionar y yo tengo dos reflexiones.
Mi primera reflexión, es que el miedo que siento sería infinitamente mayor si no fuera porque veo que hay gente a la que no conozco que está dejándose la piel, la salud y hasta la vida (como la enfermera de Basurto) por salvar precisamente mi vida, mi salud y mi piel. No me conocen de nada y están ahí fuera exponiéndose para que yo pueda seguir aquí dentro a salvo. Lo menos que yo puedo hacer es eso, quedarme dentro, porque si no, todo el esfuerzo que estas personas realizan por mí lo estaría despreciando, y despreciar esa labor es lo más miserable e indigno que nadie puede hacer en momentos así.
Un amigo me acaba de pasar un whatsapp con datos del Ministerio de Sanidad donde informa de que hoy ha habido 21.328 nuevos casos de contagios y 31.200 denuncias a personas que no guardaban la cuarentena debidamente. La conclusión es que tenemos más gilipollas que enfermos, concluye mi amigo. ¿Gilipollas? No, yo creo que no son exactamente gilipollas; son jóvenes, deportistas, fuertes, sin dolencias de otro tipo y conscientes de que pertenecen al grupo privilegiado de personas que se pueden salvar de los peores efectos del Covid19, aún en el caso de contraer la enfermedad. Por eso se reúnen en fiestas, salen con sus fantásticas bicis, corren por los parques y se van a la sierra… saben que ésta es una enfermedad de viejos, que no va con ellos. ¿Ellos? Ellos se sienten invulnerables porque además hemos hecho que se sientan así, invencibles, merecedores de todos los derechos y libres de cualquier obligación.
Afortunadamente no toda la juventud es así, pero sí son así los jóvenes denunciados. Un asquito.
La otra reflexión es a raíz de un video que circula con Bill Gates en el que predice lo que está ocurriendo. Decía que en la siguiente gran guerra que libre la humanidad será sin bombas de ningún tipo. Ninguna nación va a ser tan imbécil de lanzar una bomba atómica porque sabe que sus enemigos tienen otra, y eso significaría el final de todos, de modo, decía Gates, que más vale que el mundo se prepare para la guerra bacteriológica, ésa sí será la forma que intentemos acabar los unos con los otros.
Vale, es fácil estar de acuerdo con esta visión de Bill Gates, pero nadie tomó medidas. ¿Por qué los gobiernos siguen fabricando tanques, cañones y un montón de chatarra inservible, en lugar de desarrollar defensas apropiadas para el tipo de guerra que todo el mundo coincide en que así será? Si en lugar de divisiones acorazadas con miles de tanques que jamás se van a usar, tuviéramos miles de hospitales de campaña para aliviar los ataques epidemiológicos que teóricamente nos puede llegar, ahora tendrían una utilidad evidente.
Estaría bien que los gobiernos de todos los países reflexionaran sobre este punto.
Respecto a tu primera reflexión, totalmente de acuerdo. Debemos hacer lo humanamente posible por ayudarlos en estos momentos en que su trabajo se ha convertido en una guerra. Y nuestro ayuda debe consistir en no enfermar, en no exponernos al contagio, en quedarnos en casa. Creo además que cuando esto pase hay que homenajear al personal sanitario de forma grande, no sé cómo.
ResponderEliminarRespecto a la segunda reflexión, no creo que debamos temer a la guerra biológica. Los patógenos no conocen fronteras ni saben distinguir al enemigo. Lo que necesitamos es una sanidad pública fuerte, preparada y dotada de medios.
Estoy de acuerdo en hacer al personal médico un reconocimiento especial cuando todo esto pase, quizá el Premio Príncipe de Asturias o alguno de igual o superior prestigio, lo máximo que haya en premios.
EliminarEn cuanto a la segunda reflexión, mon ami César, piensa que quién es capaz de crear un veneno también puede crear su antídoto, de modo que puede matar selectivamente a quien desee. Y por supuesto, sí estoy de acuerdo en que necesitamos una sanidad dotada de medios para todo el mundo y contingencia.
Es que los venenos no mutan, pero los patógenos sí y entonces el antídoto no vale para nada. Por ejemplo, la gripe.
Eliminarme da igual veneno que bacterias que virus, lo que está claro es que los tanques y cañones no sirven a no ser que los vendas al peso como chatarra. En guerras locales sí, pero en grandes enfrentamientos están más que superados, de modo que en un ejército moderno que participa en organizaciones internacionales, por tanto su campo de acción elimina conflictos locales, los tanques sobran y falta lo otro. Yo creo. Lo mismo me equivoco y en la próxima gran guerra mundial, si la hay, se vuelve a las trincheras, pero me extrañaría. Además lo decía Bill gates, y a mí me ha convencido.
Eliminargracias por tu aportación Joaquín, aquí, y en tu trabajo, por lo que me cuentas. Dejando aparte el problema filosófico sobre la libertad individual que mengua la colectiva y viceversa, lamento no estar de acuerdo contigo en esta ocasión: sí creo que los trabajadores de la sanidad merezcan un reconocimiento especial pues el trabajo que ahora estáis haciendo no es el rutinario, sino que es eso, especial. Es de justicia. Por supuesto que ese es vuestro trabajo, pero también el trabajo de un actor es actuar y alguno se llevan un Oscar. Los que más destacan, y vosotros en estos momentos estáis destacando de manera abrumadora, y encima sin los medios necesarios y poniendo en peligro vuestra salud y vida. Si eso no es para premio... Ya me dirás tú. Abrazo enorme
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