jueves, 13 de febrero de 2020

McGuffin con amor









La presente historia forma parte del Ramayana y está basada en un suceso real ocurrido en Uttar Pradesh, un estado de La india que ocupa una parte importante de las llanuras que se extienden entre los ríos Ganges y Yamuna. Es de las pocas manifestaciones de la cultura hindú, e india en general, que tiene una clara conexión con la civilización occidental y lejos de presentarse en el tono épico normalmente utilizado en estas obras de carácter religioso o filosófico, usa una narrativa fresca, casi coloquial, más acorde con la realidad a la que corresponde el contenido de la historia.
(N.del T.)


Anand y Yamir estaban profundamente enamorados y vivían juntos, muy juntos, desde que descubrieron que un solo minuto de sus vidas sin compartir, era un minuto desperdiciado. Cuando hacían el amor lo hacían de forma lenta, minuciosa, sin dejar un solo centímetro de piel sin que fuera recorrido por algún beso. Eran extremadamente felices, pero aún así, todos los días querían serlo aún más. Una vez, Anand, que era insaciable en sus pretensiones de complacer a Yamir, le preguntó qué necesitaba para que su dicha fuera completa y alcanzar el Nirvana, el éxtasis completo, la yuxtaposición con el universo infinito.1 Yamir, que en el fondo tenía un sentido del humor bastante deleznable le dijo con un mohín que le gustaría tener un McGuffin, sin saber qué era un McGuffin por la sencilla razón de que acababa de escuchar la palabreja en un programa sobre cine europeo y simplemente le hizo gracia. Anand  miró sorprendido al amor de su vida, pues realmente esperaba que la contestación fuera del tipo “tengo todo lo que necesito para estar en la gloria, cariño mío” o alguna frase por el estilo, pero tuvo que aceptar la realidad y poniéndose de pie como si le hubiera saltado un resorte en algún rincón entre el páncreas y el hígado, salió raudo de la habitación, sin preguntarse qué demonios era un McGuffin, dónde encontrar uno que mereciera la pena, pero con la firme determinación de traer el mejor y más grande que encontrara. Anand, sí, efectivamente era un imbécil.

El caso es que se prometió, según abandonaba su residencia ante la mirada de indiferencia de sus criados que le despidieron con una leve inclinación de cabeza juntando las manos, que no volvería a su casa hasta encontrar el McGuffin prometido.

Lo que le pasó a continuación es digno de aparecer en los libros más trepidantes de aventuras, incluso algunos de sus pasajes podrían encajar a la perfección dentro del género de terror. Para abreviar la historia, que por mucha paciencia milenaria2 que nos acompañe no es cuestión de relatarla en toda su extensión, Anand partió de su casa y no volvió hasta pasados 15 años. Durante ese tiempo cruzó desiertos, naufragó en embravecidos mares, atravesó montañas, se despeñó por barrancos abruptos y resecos por un sol implacable, se sumergió en ríos de aguas turbulentas, fue devorado por insectos en selvas intransitables, violado en oscuras cárceles por condenados enormes y sucios, envenenado por piratas malayos, secuestrado por contrabandistas, apaleado por criminales, engañado por chinos,... siempre buscando un McGuffin para su gran amor.

 Al final, derrotado, infeliz y hecho unos zorros, llegó a su casa. Abrió la puerta Yamir y al verlo en tan lamentable estado le preparó un baño con sales. Anand confesó que no había conseguido el McGuffin y Yamir, tomándole la cabeza en el regazo para que descansara se preguntó en voz baja: “¿Qué habrá querido decir con que no ha encontrado el McGuffin?, ¿qué mierda es un McGuffin?”.


La historia termina de esta forma, quizá algo abrupta, pero no se han encontrado documentos que la completen o arrojen alguna pista sobre qué pasó a continuación.

 Como dato curioso y sin que la siguiente información cambie en absoluto la historia ni sus implicaciones sentimentales, Yamir es nombre de varón, lo mismo que Anand. El primero significa Luna, el segundo felicidad, y todo junto significa que se amaban de la misma forma que si fueran una pareja heterosexual: uno de ellos haciendo más el imbécil que el otro.






1  Clara referencia a elementos del hinduismo tradicional (N. Del T.).
2 Yo creo que esto es otra referencia a las filosofías orientales que han podido alimentar diferentes mitos hindúes. Pero tampoco estoy muy seguro pues no es de lo que más sé, soy un simple traductor (N. Del T.).











1 comentario:

  1. estupendo resumen Joaquín, me quedo con esas cinco cuerdas del placer sensual. Muchas gracias, espero que todo el mundo tome nota. Y sí, Anand, ya conocemos sus limitaciones... ;-))

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