jueves, 2 de mayo de 2019

Día del trabajador (feliz)








Ya he hablado en otras ocasiones de lo mucho que nos gusta fijar días para la celebración, el recuerdo o el homenaje de algo. Está bien pero hay días y días. El día de la madre, es mi preferido, quizá porque echo mucho de menos a la mía; el de los enamorados tampoco está mal, aunque muchos esperamos más de él, o el día sin humo…, podría decir muchísimos días que da gusto levantarse por la mañana dispuestos a celebrarlo por todo lo alto. También hay otros que no son de celebración, sino de reflexión, como el día del cáncer (de la lucha contra el cáncer), o el día de la erradicación de la pobreza infantil. Y luego está el día del trabajo, que yo no lo encajo en ninguna categoría. Vamos a ver, para celebrar, estrictamente celebrar, lo que entendemos por celebrar, no es. A mi no me sale de natural decirle a alguien, “feliz día del trabajador”, mucho menos si está en el paro, pero tampoco si está presidiendo el consejo de administración de una gran multinacional. Estar ocho horas diarias, día tras día, repitiendo las mismas cosas, más otro par de horas metidos en un atasco para llegar siempre tarde, no es para festejarlo. Antes, había amos y esclavos, luego amos y empleados y ahora hay autónomos que consiste en ser amo y esclavo simultáneamente. Es el mayor ejemplo de eficacia, juntar en la misma persona los dos papeles; pero no solo supone un ahorro, también, y esto es mucho más perverso, elimina la posibilidad de la sublevación. Los esclavos no se pueden levantar contra el amo, cuando el amo son ellos mismos. La idea es genial, se acabaron las revoluciones. Y para que el trabajador quede definitivamente convencido de su enorme suerte siéndolo, se acuña la frase, “con mi trabajo me siento realizado”. ¿Realizado? ¿Cómo que te sientes realizado? ¿qué significa eso? Pues lo voy a decir: no significa absolutamente nada, pero tiene el poder balsámico de las jaculatorias. De hecho es una jaculatoria, y funciona exactamente igual que decir “estrella matutina, ruega por nosotros”.
Reconozcámoslo, el hombre es un animal perfectamente capacitado para el ocio, y escasamente para el esfuerzo. Esto ha sido así desde antes de la invención del fuego, y todo lo demás son inventos e imposiciones; nos gusta entretenernos con cosas que no tienen por qué ser necesariamente útiles, y gracias a esa habilidad existe el arte. El homo sapiens, es sapiens, porque es homo ludens, o al revés, en algún orden irá, pero lo que no encaja en la ecuación es el homo laborans.
En fin, podría extenderme mucho más, y hablar de las enfermedades psíquicas y psicológicas (alguna diferencia habrá) que aquejan al hombre actual, urbano, profesional, y tecnológico, pero esa reflexión la dejo para que cada cual se la haga, si le apetece.
Ayer fue el Día del trabajo, y es cuando tendría que haber escrito este artiblog, pero me apetecía mucho más salir a pasear por el campo. Hacía un día estupendo para celebrar que hacía un día estupendo.











5 comentarios:

  1. genial (no me extiendo por vaguería)

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  2. En realidad, creo que el Día del Trabajo es un glorioso oxímoron, porque el Día del Trabajo... no se trabaja.

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    1. ahí lo tienes, ¿necesitamos más argumentos para borrarlo de los calendarios?

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  3. Sí, es verdad, hay un montón de enfermedades neuronales que parece que antes no existían: TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad, el SDO (síndrome de desgaste ocupacional), TLP (trastorno límite de la personalidad), depresiones..., El filósofo de moda, el surcoreanao Byung Chul Han, habla de ello en su libro La sociedad del cansancio. De tu zanahoria no hace mención jajajaj. Un abrazo Joaquín y gracias por tus comentarios.

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