Había un cuervo en la rama de un árbol con un gran
trozo de carne en el pico. Llegó una zorra que al ver la carne enseguida quiso
apoderarse de ella. Para conseguirlo
empezó a adular al cuervo diciendo que era precioso, probablemente el ave más
perfecta que había visto en su zorra vida, que era guapísimo, pero, fijaos qué
astucia, que era una lástima que no tuviera voz. El cuervo abrió el pico para
demostrar que eso no era cierto, y que tenía un potente graznido. La carne cayó
y la zorra, burlándose del cuervo por ser un vanidoso sin entendederas, se la
comió.
El cuervo contempló con una sonrisa cómo la zorra
devoraba el trozo de carne que previamente había envenenado.
Moraleja: nunca repitas el mismo truco dos veces.
Es verdad, Joaquín, hay pájaros muy inteligentes, y por unirlo con el final de tu comentario, también pájaras, aunque al final... ;-)))
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