martes, 23 de mayo de 2017

Fragmentos al buen tuntún.




La dama del lienzo ya está disponible en Amazon. Por supuesto también en la editorial (sin gastos de envío. Pinchando en la portada del libro que hay a la derecha, podrás comprobarlo), en varias librerías y en otras más que aún no lo tienen pero lo tendrán. 

Pero… comprendo que uno de los placeres de comprarse un libro es poder abrirlo y hojear algunas de sus páginas. Al buen tuntún. Nos fijamos en el estilo, nos imaginamos lejanamente la trama y buscamos indicios de que nos va a apetecer leer la novela en su totalidad, o todo lo contrario, de repente encontramos algo que nos produce el rechazo definitivo que nos lleva a dejar de nuevo el libro donde estaba. Ese inmenso placer que vivimos cuando estamos en una libraría buscando una buena novela que llevarnos a los ojos, es irreemplazable por las compras en Internet. Para tratar de suplir ese momento de gozo, he elegido algunos pasajes del libro que no revelan más de aquello que buscamos cuando lo tenemos tangiblemente en la mano.


Así pues, aquí os dejo unos fragmentos escogidos a azar.




(...)

Llamó a Elena, no porque estuviera interesado en ella, mucho menos en sus cuadros eléctricos, sino como parte del plan para entrar en contacto con Lucía, la melliza que realmente le atraía. Llegar al lago a través del volcán, más que un plan, parecía una expedición.
—¿Cómo has conseguido mi teléfono? —Fue el saludo de Elena cuando cogió el móvil después de no haberlo atendido en tres ocasiones anteriores.
—A los jóvenes artistas os pierden los detalles. Lo importante es que estamos hablando, ¿puedo pasar por tu estudio para ver tu obra?
—Tienes Internet, supongo, ahí encontrarás mi web. Basta con poner en el buscador: Elena Ríos.
—Ya, pero me gusta sentir el olor a pintura. Cada estudio tiene su aroma y ese olor particular dice mucho del pintor. Al menos, yo con esa información ya empiezo a valorar la obra de un artista. Reconozco un trabajo bien hecho solo por el olor.
—En mí caso, encontrarás rastros de pimientos fritos. Es lo que he comido esta mañana y mi estudio es francamente pequeño.

(…)




(...)

Todo, absolutamente todo lo que uno pretende tiene un precio y Álvaro sabía que el que tenía que pagar para ver a Elena, y por tanto, tener un acercamiento a su hermana Lucía, era a base de darle la razón en todo lo que le contara; si empezaba discutiendo, jamás lograría su propósito.
—¿Estás de acuerdo con la amorfonikilazión? —preguntó con suspicacia Elena.
—El arte es mi vida y ya que, según tú, me queda poca, me interesa conocer qué es lo que va a acabar con ella.
—Vente a las ocho. Y no te olvides de traer una botella del mejor vino que puedas comprar, me gusta beber mientras doy lecciones de actualidad.
—Ahí estaré puntualmente, ¿dónde vives?
—Si has sido capaz de dar con mi teléfono, no creo que te sea mucho más difícil hacer lo mismo con mi dirección.
Si esta conversación hubiera tenido lugar unos años atrás, se habría oído el ruido inconfundible de colgar el auricular del teléfono, en su lugar, simplemente llegó un ominoso silencio seguido de un pitido incisivo. Álvaro miró con desconcierto su móvil. Luego llamó a Juana y después bajó a su bodega a buscar un par de botellas de Teso de la Monja, el mejor vino que había probado en su vida, al menos el más caro.


(…)




LA PESADILLA (HEINRICH FÜSSLI)

Lucía sabía, por lo que le había contado Álvaro, que en la Habitación de los Cuadros Muertos, además de todos los cuadros que nunca llegó a firmar por considerarlos fallidos, guardaba otros objetos que por alguna razón consideraba despreciables o, según sus propias palabras, obras de antiarte para el antimuseo. Lo que no podía imaginar es que entre esas obras de antiarte hubiera lo que a todas luces parecía un cuerpo humano, sin cabeza y desprovisto de piel. Un torso amputado con los músculos hinchados y encarnados, dispuesto sobre un pedestal de madera del que surgía un hierro en el que estaba clavado, sin ninguna concesión al buen gusto. Contuvo un grito de horror al verlo, y luego otro más al descubrir que no era lo único que había allí de aspecto horrible, o directamente repugnante. Había pinturas con el estilo reconocible de Álvaro y otras que no tenían nada que ver con él, que pertenecían a otros artistas afectados, sin ningún género de duda, de algún tipo de trastorno mental.

 (...)


Pues eso. Si no ha despertado vuestro interés, siempre podéis pasar al siguiente artiblog que habla de golondrinas que ya no volverán. No diréis que no os malcrío.





4 comentarios:

  1. yo ya lo he encargado y veo que he hecho muy bien. Como me alegro

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  2. ¿Has pensado en que sería un bonito regalo para todos tus amigos? (para cada uno de ellos). Es una broma... Muchas gracias por leerlo, espero que no te decepciones. Abrazo

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  3. Pues sí que pone los dientes largos, sí... y más cuando todavía ando esperando que llegue el libro. Y no sabes cuanto siento ser siempre el que trae malas noticias. Lo encargué por Amazon, pero no sé qué clase de problema tienen que incluso me mandaron un e-mail para darme la opción de anular el pedido porque no sabían cuándo lo podrían servir. Pero no tienen ni idea de con quién se han topado; tengo la misma cabezonería que paciencia, y ya te digo yo que es mucha. Sólo espero que me lo manden antes de que escribas una segunda parte...

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    1. es verdad, Mazcota, es que hubo un problema de suministro, pero ya está disponible. No creo que tengas ya problema y si lo sigues teniendo, dímelo que lo soluciono yo aunque sea a hostias.
      Gracias por tus denodados esfuerzos y seguir porfiando. Y ya te digo que si no lo recibes en un plazo razonable, por favor, házmelo saber. Se van a enterar. Grcs.

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