Mi amigo César ha enumerado en su blog sus renovados
propósitos para el próximo año y entre ellos figura no hablar de política. Me
parece una decisión acertadísima pues es una forma de evitar alteraciones que
acaban repercutiendo en la salud, porque hablar de política significa
inevitablemente hablar de las ignominias y afrentas que cada día sufrimos por
parte de quien tiene precisamente como misión hacer la vida más fácil a todos
los ciudadanos. Los griegos definían así los objetivos de la política:
conseguir la felicidad para el mayor número posible de hombres.
Pero el saqueo impune, las mentiras repetidas y las
promesas incumplidas no es el camino para alcanzar ese objetivo, de modo que
mejor no hablar de política.
Tampoco es el camino la postura achulada de quien ha
traicionado a las personas por cuyos intereses debería haberse preocupado, de
modo que es mejor seguir sin hablar de política.
Nombrar embajador en el Reino Unido a un señor que no
sabe hablar en inglés… de momento es raro, así que sí, mejor no entrar en esos
detalles de la política. Seguro que hay alguna razón, pero si nos preocupa
nuestra salud mejor ignorarla.
No voy a decir qué pasaría si a cualquiera de
nosotros nos pillaran conduciendo un vehículo que no ha pasado la ITV, sin seguro y sin carné de conducir y mucho menos qué pasaría si además provocáramos
un accidente con 62 muertos. Seguro que tendríamos problemas. Sin embargo el
avión Yak 42 , un avión de mierda, que hasta se le veían los alambres de los
neumáticos del tren de aterrizaje, volaba sin seguro y con unos pilotos que, de
forma reconocida, no tenían formación suficiente… y nadie ha tenido ningún
problema. Solo fueron condenados los responsables de las 62 autopsias y Rajoy
los indultó. Pero esto sería hablar de política.
Que hayan desaparecido todo rastro de los contratos
que alguien tuvo que hacer y firmar para el transporte de los militares que
venían de dar la cara en una zona de guerra, y como forma de agradecerlo se
apandaron 110.000 € a costa de su seguridad, eso es meterse en política, y ya
sabemos que es mejor no hacerlo.
Tampoco aparecen otros 43 contratos de trasporte de
tropas anteriores al accidente del Yakolev, con la curiosidad de que Defensa
jamás ha reconocido que se hayan perdido dichos contratos. Cosas de la
política, supongo. La causa fue archivada en su día y el caso fue sobreseído y
así ha estado todo el tiempo sin molestar las tranquilas conciencias de nadie
hasta que el Consejo de Estado se ha pronunciado sobre este espinoso asunto.
Cospedal, como nueva ministra de Defensa también lo ha hecho y lo ha hecho bien. Bien hecho.
A ver qué pasa y en qué queda todo esto, pero de
momento yo seguiré sin hablar de política que me pone malo, en serio.
Sin comentarios, porque me pongo muy malito.
ResponderEliminarsí, es para ponerse...
EliminarHay tanto de lo que no hablar que tendríamos que estar callados días, semanas, años, siglos.
ResponderEliminarSí Molina de Tirso (perdona se me había pasado tu comentario) sí, hay suficiente contenido para siglos, lamentablemente.
EliminarSi te pone malo, tampoco vamos a poder hablar de la salud, que sería hablar de política.
ResponderEliminarNi siquiera del tiempo, que seguro sale a colación el cambio climático y ya estamos en las mismas: hablando de política.
¿Qué nos queda? ¿La familia?
Vale, pero ni mencionar a la familia política
😜
jajajaj, vale, me has pillado, ¡la próxima semana hablaremos del gobierno!
EliminarQue decía el Hermano Lobo, jajaja
Eliminarme parece que eran Tip y Col, querido Félix.
EliminarNo pienso hablar de esto.
ResponderEliminarpues ya has dicho bastante
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