Cachafás tenía una habilidad sorprendente para
meterse en líos por ir detrás de cualquier perra en celo que hubiera en varios
kilómetros a la redonda. Era el primero en detectar su presencia, aunque no en
llegar a donde estaba y cuando lo hacía ignoraba al resto de perros que sin
embargo ellos no le ignoraban a él. Cachafás era muy largo pero con las patas
extremadamente cortas, por lo que no estaba en absoluto facultado para la
lucha. Era como un salchicha, pero con el pelo largo, duro y ensortijado, como
de esparto, de modo que era más parecido a un felpudo que a un perro. Más de
una vez, amigos míos con sentido del humor coincidentes, me hablaron del susto tan
enorme que se llevaron cuando al ir a limpiarse los pies en el felpudo, éste
salió corriendo por el pasillo a toda velocidad.
Jamás en su vida consiguió cachafás cruzarse con
ninguna perrita y aún así, no dejó de intentarlo hasta que ya con más de quince
años llegó su hora, precisamente en el último intento. Normalmente, el resto de
los perros galanes le echaban a base de mordiscos, pero la última vez, quizá
por tratarse ya de un anciano, ninguno llegó a morderle, ni siquiera a ladrarle
enfurecido, y esto es lo que con toda probabilidad lo mató: saber que ya no era
nadie a quien se le pudiera tener en cuenta como posible competidor. Un
ninguneo humillante que se le clavó mucho más profundo que los colmillos de
todos los perrazos que en otros tiempos le habían echado corriéndolo a tarascazos.
Cachafás, con la cabeza baja, se fue del escenario donde se disputaban el derecho
a perpetuar la especie, herido donde no podrían llegar los salvíficos lametazos
por mucho que retorciera el espinazo. La perrita ni se enteró de que había
pasado por allí.
Cachafás entró en la casa abatido, rendido, demasiado acostumbrado
al fracaso y se refugió debajo del lavabo. Se acostó y murió soñando con un
mundo más justo donde él también tuviera su oportunidad.
Tú que quieres, que llore más y más?
ResponderEliminarla historia parece triste, sin embargo Cachafás fue un perro feliz, así que no hay por qué preocuparse.
EliminarA veces es bueno conmoverse, eso también es verdad.
Me encantan los perros, pero en este caso sólo tengo algo que decir: Cachafás era el perro más coñazo que ha parido perra, un auténtico pelma. ¿Y cómo que nunca se cruzó? Conmigo lo intentó decenas de veces, y creo que más de una lo consiguió. ´¿Y qué decir de su costumbre de revolcarse en cada zurullo que encontraba en su camino? No está bien hablar mal de los muertos, pero qué latazo de cánido, cielo santo.
ResponderEliminarNo puedo estar más en desacuerdo contigo. En primer lugar porque confundes a Cachafás padre, con cachafás hijo (de Cachafás 1º y Rubi, a cuya concepción asistimos practicamente de mamporreros). Eran dos perros completamente distintios y luego, si Cachafás hijo consiguió harte suyo, eso solo demuestra dos cosas: una que te acorraló, dos, que en el fondo te gustó pues fueron, según dices, varias veces.
EliminarAh, me confundí de perro... En cuanto al Cachafás 2º, me hizo suyo a la fuerza, desoyendo mis patéticas y castas negativas. Tuve que solicitar una orden de alejamiento, no te digo más.
EliminarDe todas formas, si Cachafás 1º es el padre de Cachafás 2º, entonces está claro que no murió virgen
EliminarEs lo que tiene ser un perro, que te mueves por instintos básicos. Igual no le hubiese venido mal una esterilización a tiempo. Sin esa fijación podría haber dedicado el tiempo a otros quehaceres perrunos más contemplativos. Y en el momento de oler traseros lo hubiera hecho sin ningún interés sexual, mirando al resto de oponentes con la indulgencia de quien no busca un revolcón.
ResponderEliminareso es verdad, lo de la esterilización, bueno, menos sofisticado, castración. No woman, no cry.
EliminarGran historia, Tito.
ResponderEliminargracias Monamí.
Eliminaruna historia conmevodora, de las que llegan, con un mensaje filosofico.Un placer.
ResponderEliminarGracias Struendo, me alegro de que te haya parecido as
Eliminarasí, se ha quedado en as, pero era "así" la última palabrea.
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