En un viaje que hice, no hace mucho, a Etiopía, a las
montañas Simien, me llamó poderosamente la atención un tipo de mono enorme que te mira impasible, satisfecho, e indiferente a todo. Había muchísimos. Son los babuinos y
da gusto verlos siempre en la misma pose, recortados en el paisaje, con su
melena al viento y sin que ninguna preocupación los afecte lo más mínimo. Nada
parece importarles y observan sus dominios con superioridad, apaciblemente
sentados sobre sus nalgas y sin decir ni mu. Nada los perturba. De vez en
cuando se levantan, dan un paseo, nunca demasiado largo, se alimentan con
indolencia y vuelven a sentarse.
Los babuinos se pasan media vida sentados.
Viendo, ya en España, a Rajoy, vuelvo a ver a los
Babuinos. Rajoy es un enorme babuino permanentemente sentado en sus mullidas
nalgas. No hace nada, absolutamente nada que pueda alterar su imagen recortada
sobre el paisaje. Ante el conflicto, por ejemplo, que se está cociendo en
Cataluña y que afecta a todos los españoles, catalanes o no, el presidente
babuino no ha hecho nada, tan solo repetir una vez y otra que la ley está para
cumplirla. Esa es toda la aportación de quien se supone que tiene que buscar
soluciones políticas y no decir obviedades, pero es que a Rajoy le gusta lo
obvio, y siempre elige la salida más cómoda para poder seguir sentado sobre su
gordo culo. Es el funcionario perfecto, la pesadilla de Larra, la norma
aplicada sin creatividad ni imaginación ni nada que signifique levantarse y
mirar más allá de sus narices.
Los babuinos comparten con la mayoría de los humanos
el 91% de los genes, y digo la mayoría, porque claramente, con Rajoy la
proporción es mayor. Es más, yo creo que la totalidad de sus genes son de
babuino, al menos, los que le obligan a permanecer siempre sentado.
El escritor Juan Villoro, cuenta que en un certamen
literario, después de su intervención, ya en el turno de las preguntas, un
anciano jovial levantó la mano y preguntó con sinceridad:
-¿Por qué soy Borges?
El desconcertado Villoro tuvo la curiosidad de
indagar quién era ese señor y se enteró de que se trataba de un hombre que
realmente se llamaba Borges, pero que por culpa de un golpe sufrido en la
cabeza no recordaba nada salvo su apellido, y no siempre, tanto era así, que en
una taleguilla de tela llevaba una botella de aceite Borges para recordarle
constantemente quién era.
Pues bien, de la misma manera, Rajoy debería hacerse
la pregunta, “¿por qué soy presidente?”
Por cierto, y aunque no venga al caso, el viernes
pasado presenté El Ladrón de Nubes en
Huelva. Nunca me cansaré de hacer publicidad de esta novela, no sé qué tendrá.
Ya está bien de insultos y vejaciones. Siempre reciben los más expuestos, los que no se pueden defender. ¿Qué te han hecho a ti esos adorables simios para que los compares con Rajoy?
ResponderEliminarsí, tienes razón, en la comparación los babuinos salen perjudicados. Sin ninguna duda.
ResponderEliminarTotalmente en desacuerdo. Los babuinos tienen una mirada más inteligente.
ResponderEliminarY son más guapos.
ResponderEliminarSí, incluso es probable que hasta sean más limpios.
EliminarPor cierto, que sepas que posees el dudoso honor de despertar en mí la curiosidad por saber si Rajoy tiene el mismo culo "pelao y colorao" que el babuino. Y eso que nunca me había interesado por el trasero de un político. Arghhh
ResponderEliminarjajaa, pues te vas a quedar con las ganas, pues dado que siempre está sentado, ni él mismo sabe como son sus posaderas.
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