Cada día que pasa noto
cómo voy perdiendo memoria y aunque esto es algo que todo el mundo puede decir
a poco sincero que sea, estoy convencida de que no a todo el mundo le pasa de
la misma forma que a mí. El otro día me ocurrió un suceso que aún no sé cómo
afrontarlo. Yo trabajo en una compañía aérea como azafata, ya saben,
repartiendo sonrisas y cocacolas por igual a gente que en general no se merece
ni una cosa ni la otra. Pues bien, estaba yo en plena tarea cuando de repente
me di cuenta de que no sabía cuál era el destino del avión. Esto es algo que me
sucede bastante a menudo, pues vuelo con demasiada frecuencia y es normal que
confunda los sitios a los que voy, pero tarde o temprano, siempre vuelve a mi
mente la programación completa sin demasiados problemas. Sin embargo, el otro día por más que me
esforzaba, seguía sin saber a qué ciudad nos dirigíamos. De la forma más
natural se lo pregunté a mi compañera, según repartíamos naranjada a diestro y
siniestro.
-Oye, Cristina, ¿adonde vamos hoy?
-¿Estás de broma? vamos a…. ¡coño!, ¿adónde
vamos que no me acuerdo?
Mi compañera y yo
estuvimos intentando recordar el lugar al que iba el avión sin conseguir ni la
más remota pista.
-Vamos a ver, ¿tú qué has metido en la maleta,
bikinis o anoraks? Lo digo para centrar un poco el tiro.
-Pues, ¿me puedes creer que no sé siquiera si me he
traído la maleta?
Con cierto rubor se lo preguntamos a otros compañeros que
después de exclamar según lo
exquisito de su sentido del humor lo taradas que estábamos, se sorprendieron de
que tampoco ellos recordaran nada. La pregunta se fue extendiendo y al final
ninguno de los quince tripulantes de cabina que íbamos en aquel vuelo tenía la
menor idea de nuestro destino. Con muchísimo tiento empezamos a preguntar al
pasaje de la forma más disimulada de la que éramos capaces.
-¿Qué, un poquito más de café? porque al sitio
que vamos, lo mismo no es fácil tomarse uno tan bueno como este, ¿verdad?
-Sí por favor, un poquito más … por cierto le va
a extrañar mi pregunta, pero ¿me puede decir a donde vamos?
Sondeamos a la totalidad
del pasaje de discretísima forma sin que nadie fuera capaz de decirnos nada. Al
final, conseguimos convencer al sobrecargo para que se lo preguntara al
comandante. Yo me ofrecí a acompañarle en la misión. Con cautela entramos en la cabina de los pilotos a los que
encontramos inmersos en sus tareas, sumergidos en mapas y hablando entre ellos
en tono preocupado. Era evidente que ninguno de los tres sabía ni remotamente
adonde iba el avión.
Finalmente aterrizó en una
ciudad que creo que es la mía pero no estoy demasiado segura. Llegué a mi casa,
o eso es lo que creo, besé amorosamente a mi marido, supongo, y desde entonces
vivo con la sensación de que estoy algo perdida.
¿Cuándo el 2?
ResponderEliminaresto... pues el jueves o el viernes. Gracias por el interés.
ResponderEliminar¿Y para cuándo el de Otoño?
ResponderEliminaren otoño tengo cierta tendencia a ponerme otoñal, con todo lo bueno y menos bueno que eso implica, pero... ¿por qué no?
ResponderEliminarEs cierto lo que dices. Si alguna vez perdí memoria -porque ahora mismo no recuerdo que haya sucedido- seguro que no fue de la misma forma que esta chica.
ResponderEliminarAunque, ahora que lo pienso, quizá sea un efecto secundario de perderse muy a menudo por las nubes. No, si al final tendré que darle la razón a mi mujer cuando me acusa de ser despistado y de no estar nunca con los pies en el suelo...
yo no sé que tienen las mujeres en general pero les encanta eso de decir lo de los pies en el suelo. Y ciertamente, en general, tienen razón. ;-))
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