He decidido que este año que viene me voy a hacer viejo. En primer lugar porque creo que los propósitos que nos propongamos han de ser fáciles de cumplir, y en segundo lugar porque empecé a ser joven hace mucho. Ya va siendo hora.
Por supuesto que podría seguir siendo insolentemente joven todo el tiempo que me dé la gana, experiencia no me falta. De hecho tengo mucho más conocimiento de lo que significa la juventud que cualquiera de veinte y pocos años.
Además, he observado que no todo el mundo vale para ser joven. Parece algo sencillo, pero no lo es, incluso muchos jóvenes, por edad, no tienen la menor idea de cómo serlo. No, no basta con tener pocos años, ni con ser atrevido, irreverente y descarado.
El otro día escuché a alguien decir de un tercero, en tono casi de desprecio, que ya tenía treinta y muchos años. ¿Como que treinta y muchos? por muchos que le pongas a los treinta, no llega a cuarenta, y eso, queridos, es una mierda, no es nada. En mi lugar querría ver yo a ese añoso de treinta y muchos.
Estoy harto de oír hablar de la juventud como si fuera el resultado de un gran esfuerzo. Esta idea persistente y machacona aparece sobre todo en publicidad. Mensajes como "Tú te lo has ganado" "Para gente como tú", "Porque no aceptas las normas", etcétera, nos llegan continuamente identificando juventud con sólo una de sus características. Pero vamos a ver: "¿Tú te lo has ganado?"¿Pero ganado qué y por qué?
Es necesario ser joven con muchísimos años a las espaldas para darse cuenta del engaño.
Tenía un amigo de la infancia, que ya he recordado en otras ocasiones en este blog, que con apenas doce años, decía que estaba deseando ser viejo. ¿Para qué?, le preguntábamos intrigados sus amigos. Entonces, mientras agitaba un bastón ficticio delante de él con el que espantaba a imaginarios niños, respondía con voz impostada: para poder decir "a ver, niñitos, apartad, apartad".
Pues eso, el próximo año, haré lo que mi amigo de la infancia, pero con un bastón real. También buscaré niñitos de verdad, pero me temo que ya no juegan en la calle, como entonces.
Maldita sea, voy a tener complicado esto de ser viejo. La única solución es sustituir a los niñitos por viejos como yo, incluso menos que yo.
A ti no te voy a espantar, al contrario, le invitaré a unas ostras
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