Cada dedo en su lugar, posado a escasos milímetros.
Cada dedo inmóvil, a la espera de la más ligera señal para actuar. Cada dedo
está crispado, tenso, llevan mucho tiempo sin moverse, semanas, meses…,
demasiado tiempo inactivos. La culpa no es de ellos, sino de quién les tiene
que dar la orden de ponerse en marcha y en qué orden han de hacerlo. Sin
capitán los soldados esperan, pero el capitán está ausente y lo está sin
haberse marchado a ningún sitio.
Si en lugar de dedos fueran eso, soldados, ahora
estaría uno encendiendo un cigarrillo, otro entonando una melodía triste con su
armónica, alguno releyendo una carta manoseada y manchada de barro, otros
jugando a las cartas… la espera antes de la batalla es la más cruel de soportar
y sin embargo se combate de la misma forma que cualquier otra espera.
El cansancio hace estragos y aunque los dedos humanos
carecen de músculos, tienen ligamentos que también se agotan. Un ligero temblor
delata que esos dedos están llegando a su límite.
Debajo, muy próximo, está el teclado del ordenador
impasible, pues nada le afecta, si acaso una ligera capa de polvo que lo cubre
desde que esos dedos dejaron de aporrearlo.
-Bueno, ¿qué pasa?¿Es qué nunca te va visitar la maldita
musa? –grita enfurecido el anular izquierdo mirando hacia arriba. El meñique a su lado asiente con
convicción.
-¿Y yo qué quieres que haga, maldita sea? –contesta visiblemente
enfadado alguien que pretende escribir un cuento-. No me llega, la inspiración no me llega. Más lo siento
yo, no te fastidia.
Entonces los dedos abandonan su postura marcial, se
alejan del teclado, y con sumo cuidado rodean amorosamente una pluma
estilográfica que ha llegado de algún lugar del parnaso.
Por fin ha aparecido la musa, pero algo se ha roto para siempre entre los dedos y el teclado.
chapeau!
ResponderEliminarmerci bien!
EliminarNice!
ResponderEliminarmuchas thx Rocosy!
EliminarTanto buscar la inspiración y la tenía en la punta de los dedos. Suerte que se pusieron a escribirlo ellos mismos. Algo así como la historia de una espera, ¿no?
ResponderEliminarsí, una historia de espera, y el que espera... al final llega. Lo que no se sabe es lo que va a tardar, pero llegar, llega.
Eliminar