domingo, 4 de mayo de 2025

Todo dentro de un desorden



Tengo que confesar que soy un desordenado de tomo y lomo.¿Estoy contento con mi actitud desordenada? Pues sí y no. Me gusta el desorden pero admiro el orden. Me gusta lo que tengo y admiro lo que no tengo. Por esta razón, después de ver el despacho de un amigo mío, que lo tenía todo muy ordenadito, me entraron unas ganas irresistibles de ordenar yo el mío. Pura envidia. Y así hice. 

Cuando llegué a mi casa estuve más de cuatro horas, imagínense cómo estaba, poniendo orden en el desbarajuste. Hasta limpié el polvo de las estanterías, algo extremadamente tedioso. Al final, me senté satisfecho a ver el resultado. Me quedé impresionado, mi despacho estaba irreconocible. Pues qué bien, me dije. Y me fui a la cocina a tomarme un vino blanco, me lo había ganado.

Tengo que decir que el resultado me gustó tanto que en los siguientes días fui extremadamente cuidadoso en mantener el orden que tanto esfuerzo me había costado conseguir. Pero algo terrible ocurrió: a la semana siguiente todo estaba nuevamente desordenado. 

Me pregunté extrañado cómo había sido posible, si mi empeño en mantener el orden no había disminuido. Lo volví a ordenar, pero el fenómeno se repitió y por la mañana, todo volvía a estar manga por hombro. Entonces hice algo realmente heroico: puse de nuevo cada cosa en sus sitio, expresión que siempre he odiado pues no creo que las cosas tengan un único sitio. Y volvió a suceder: todo desordenado una vez más. 

Lo volví a ordenar, no me iba a dar por vencido, pero en esta ocasión, me escondí detrás del sillón a ver qué pasaba, quería descubrir por qué diablos mi despacho no podía mantenerse en orden. 

Lo que vi, era justo lo que me imaginaba. Misteriosamente,  sobre mi mesa de trabajo, aparecieron cosas que antes no estaban allí. Un montón de libros salieron de las estanterías y se repartieron por diferentes lugares: encima del sillón en el que yo estaba escondido, casi me ven; al lado del ordenador, sobre un cajón gitano que tengo, encima del aire acondicionado, en el suelo, detrás de la puerta, sobre mi teclado Yamaha... luego se abrió el armario y empezaron a salir objetos de todo tipo, barajas de cartas, tinteros, cinta americana, una grapadora, mis gafas de realidad virtual, dos giróscopos... cada cosa se iba colocando donde mejor le parecía, y mientras mi despacho se llenaba, yo me vaciaba de toda esperanza de ser una persona ordenada.

Al final mi despacho volvía estar como siempre. Un desastre. Pero al menos ya sabía por qué.









domingo, 27 de abril de 2025

Tus familiares y amigos...



Se ha muerto el papa Francisco, por si no lo sabíais. Yo me enteré nada más ocurrir el triste suceso. Antes, cuando yo era insolentemente joven, los papas no se morían; en general no se moría nadie o muy poca gente. A medida que pasa el tiempo y me arrastra a mí en su viaje, se van muriendo más personas. Cuanto mayor me hago, más muertes ocurren a mi alrededor. Curioso. Antes, ni me enteraba.

En fin, ese no es el fondo del asunto, sino una observación tangencial mientras pensaba sobre la muerte del papa Francisco, que es de lo que va la cosa.

Ya sabemos que Francisco no tenía hijos, pero eso no significa que no tuviera una familia. Fueron cuatro hermanos de los que aún vive un hermana, y también tiene sobrinos. Probablemente tenga primos, amigos, incluso vive una exnovía de antes de hacerse cura. Es decir, menos hijos, tiene personas próximas como cualquier cristiano.

Vale, ahora pónganse en el lugar de cualquiera de esas personas cercanas al fallecido papa y decide ir al entierro de su tío, primo o amigo, como es natural. ¿Qué se va a encontrar? Le tocará asistir a los responsos, o lo que sea, de su ser querido, al fondo de la iglesia, eso si le dejan. 

Ayer vimos que las primeras filas estaban ocupadas por personas que le han visto una vez en su vida, algunas ni eso, y otras totalmente desconocidas.  En el primer banco, reservado en cualquier entierro a la familia más cercana, estaba nada menos que Milei, por ser el presidente de su país natal. Recordemos que Milei se refirió a Francisco como "el imbécil que está en Roma" y aseguró con esa firmeza temeraria que lo caracteriza, que "era el representante del maligno en la tierra". Un poco más atrás, se encontraba Trump, otro de sus grandísimos amigos. No te fastidia. Y usted, que es su primo o su sobrino, al lado de la puerta de salida de la iglesia. Por delante estaban los representantes de 148 países y cincuenta jefes de estado, alguno, insisto, que no lo había visto en su vida, y otros que preferían verlo así, mejor que vivo.

Esto sin contar que durante los días anteriores desfilaron delante del cuerpo yaciente 250.000 personas con su devoción, y ya que estaban, también con su teléfono móvil listo para sacarse un selfie en el que saliera claramente el cadáver por algún lado.

¿Y si hubieran querido incineración en lugar de entierro? Pues tampoco.

Lo dicho, mejor así, que los papas no tengan hijos. A lo mejor, es por esto que acabo de contar.











viernes, 25 de abril de 2025

Toma regalo





INSTANTES NARRATIVOS, EL CANAL DE YOU TUBE QUE TENEMOS MI AMIGO, EL PINTOR MARCOS CARRASCO, Y YO, CUMPLE UN AÑO. SE DICE PRONTO PERO SE TARDA... ESO, UN AÑO, EN CONSEGUIRLO.

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SEGURO, QUE ALGUNO TE GUSTA.



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martes, 22 de abril de 2025

Una historia única

 


Yo tenía un amigo que en medio de una borrachera me confesó que su madre era muy fea. La declaración me dejó sin saber qué contestar. ¿Qué le podía decir? Darle la razón no me parecía correcto, sobre todo porque yo no conocía a la señora en cuestión, pero llevarle la contraria, por idéntico motivo, lo veía fuera de lugar. De modo que fingí no haberlo escuchado. Pero él insistió, los borrachos son tenaces.

    -Mi madre es muy fea -me dijo mirándome directamente a los ojos para asegurarse de que lo había oído perfectamente. Me encontré sin escapatoria.

    -Fíjate, no lo sabía -contesté consciente de que era una mierda de contestación.

    -Pues sí -me dijo asumiendo su destino de hijo de madre fea.

Esta historia, dentro del mundo de historias de amigos borrachos, que son una categoría de historias a parte, me encanta. No porque mi amigo tuviera una madre fea, que para empezar, tanto me daba, y luego a saber si era verdad, hay hijos muy exigentes con sus madres, sino porque es una historia única, irrepetible. Nadie presume de algo así, y recuerdo que en el tono de mi amigo había orgullo. Se sentía feliz de poder decir que su madre era muy fea. 

De su padre no dijo nada, ni mencionarlo. A lo mejor el feo era él y mi amigo se equivocó por efecto del alcohol. Ser feo, es más propio de padres que de madres. Las madres, por muy feas que sean, nunca lo son. Los padres sí pueden serlo.

Dentro del panorama actual, que mires a dónde mires siempre te encuentras con la misma historia, recordar otras que son únicas, da gusto. Es cómo abrir la ventana y dejar que corra el aire fresco, hay que ventilar el ambiente como sea. 

Por eso viene bien de vez en cuando contar una historia diferente, como esta que es, permitidme la insistencia, única.









jueves, 17 de abril de 2025

La leche



Desde que existe la realidad virtual, que me parece muy bien, cada vez nos fijamos menos en la otra, la realidad... no sé cómo llamarla. Realidad real es una redundancia que no me quiero permitir, de modo que la llamaré, realidad anterior. Pues bien, desde que existe la realidad virtual, cada vez nos fijamos menos en la realidad anterior. Cómo iba diciendo. 

Es lógico: las medias de seda dejaron de existir cuando aparecieron las de nylon, y luego las medias de nylon pasaron a la historia cuando llegaron los pantis, cuyo futuro ignoro. Si ampliamos el ámbito de las piernas, que no tenemos por qué hacerlo, a todo el universo, llegamos al punto que decía al principio.

Y no solo nosotros, también las vacas. No me extraña, si yo fuera vaca preferiría, sin dudarlo, vivir en una realidad virtual. Es lo que están haciendo en plan experimental en Rusia. Como las vacas no salen en todo el día del cuchitril dónde viven, las ponen unas gafas de realidad virtual para que se hagan la ilusión de que están en verdes prados, a ver si así, dan más leche. Los visores han sido diseñados, obviamente, para  ajustarse a la anatomía de las vacas y proyectan unas imágenes también muy al gusto vacuno.

El resultado supera las expectativas: un aumento del orden de cinco litros de leche por vaca. Exitazo total. A pesar del prometedor futuro para los productores de leche y para las vacas que son las únicas productoras, ya se han alzado otras voces planteando problemas de tipo ético a la utilización de entornos virtuales en animales. Esto sí que es la leche. ¿No se han planteado, antes, problemas de tipo ético sobre la realidad "anterior" de las vacas?

Hay mentiras que merece la pena creerse, porque la mentira nos hace más felices que la verdad. Esto nos puede llegar a pasar a todos, no sólo a las vacas.

Si no fuera porque ya lo han hecho, daba para un capítulo nuevo de Black Mirror. Aún así, me siguen dando mucha pena las vacas en su realidad anterior.









domingo, 6 de abril de 2025

Todo un detallazo



Detalle, significa rasgo de cortesía, amabilidad o afecto, y también significa, parte o fragmento de algo. Estoy pensando en un detalle de Trump, de modo que podemos descartar inmediatamente la primera acepción. 

El detalle de Trump que me ha llamado la atención hasta casi obsesionarme, en realidad es un detallazo. A pesar de su exagerado tamaño es, como cualquier detalle, solo un fragmento del todo. El todo es la personalidad de Trump, que es una megapersonalidad, porque él es un megalómano. Y un megaterio también, a pesar de que se suponían extinguidos.

El detalle al que me refiero es la pluma, o lo que sea, que utiliza para firmar sus sentencias. Parece más bien, un objeto diseñado para hacer palotes que para firmar, y mucho menos para escribir. 

Será porque Trump no necesita escribir, le basta con firmar. Él, no escribe, no creo que lo haya hecho nunca, él solo firma y lo hace de manera que se vea a quince metros de distancia. O más. 




Su firma, que parece un electrocardiograma, ocupa la mitad del papel, que también es de tamaño considerable. Lo único que se ve del documento es su firma que siempre muestra ufano, como un niño que acaba de hacer un dibujo convencido de que es fantástico, por el que espera ser felicitado. Pero en realidad es una mierda. Nadie se atreve a decirle que es una mierda, de modo que el niño no para de repetir el mismo dibujo, cada vez más convencido de que es un artista. Pero no lo es; siempre es la misma mierda.

Una mierda con forma, como ya he dicho, de electrocardiograma que acabará siendo plano para todos los que le ríen la gracia. Y, lo malo, es que también para los que no se la ríen.



ESTE ARTÍCULO HA SIDO PUBLICADO EN NUEVA TRIBUNA.

AQUÍ EL ENLACE




Zeitgeist

 




Azorín, decía mi profesor de literatura en el colegio, era un escritor obsesionado con el paso del tiempo. A continuación, para que nos diéramos cuenta de hasta qué punto, nos mandó hacer un trabajo sobre su obra. Yo creo que mi profesor estaba obsesionado con Azorín. Luego, a raíz de hacer el trabajo, también yo me obsesioné  con el paso del tiempo. De azorín, sin embargo no. Y así sigo.

Últimamente, más que nunca, me ha dado por observar cómo ha cambiado la vida. La vida en general, la de todos, no la mía en particular, lo que indica que estoy obsesionado con el paso del tiempo de forma altruista, sin egoísmos. No como Azorín, que sólo se fijaba en su vida.

Yo empecé a funcionar en el mundo, cuando lo que más se miraba de las cosas era  su durabilidad. Hablar de durabilidad era lo mismo que hablar de calidad y viceversa. Si uno quería ser admirado por su calidad, no se podía morir nada más empezar. Pero, ...

Pero pronto aparecieron los productos desechables y todo cambió. Parecerá una perogrullada, pero algo desechable, es algo que está pensado y diseñado para ser desechado. ¿Y la calidad? pues, tal cómo se entendía entonces, a la porra. 

Ahora se busca otro tipo de calidad que no incluye en absoluto su resistencia al paso del tiempo, más bien, parece que se valore que se vaya a la mierda en un par de años. Teléfonos móviles, ordenadores, tabletas,... en todos esos nuevos productos tecnológicos, aceptamos que haya que cambiarlos casi en cada temporada, y lo hacemos encantados, presumiendo de tener el último modelo que hace exactamente lo mismo que el anterior pero que es más caro y la batería dura media hora más. Durante el primer mes.

¿Cuántos teléfonos han pasado por nuestras manos desde el primer Motorola? En casa de mi madre, los dos teléfonos que había duraron hasta la llegada del modelo góndola, una eternidad.

Ya en el colmo del delirio, aceptamos como si tal cosa, la obsolescencia programada. Pero vamos a ver, que obsolescencia programada significa que las cosas están diseñadas para que fallen al poco tiempo de ser compradas. Pero las compramos. Y luego tenemos el valor de alabar su calidad y decimos que son estupendas. Estamos tontos.

Si yo tuviera que volver a hacer el trabajo sobre Azorín, diría que hablaba por hablar. Lo de ahora, eso sí es para obsesionarse con le paso del tiempo.



SI QUIERES, TAMBIÉN LO PUEDES ESCUCHAR, ASÍ, MIENTRAS, PUEDES HACER OTRAS COSAS, COMO PLANCHAR, HACER LA COMPRA O PASEAR Y VER CÓMO HA CAMBIADO TODO.


PINCHANDO AQUÍ



domingo, 16 de marzo de 2025

Ferramenta tonsoria




Una pregunta tonta: ¿cuántas tijeras tenéis en vuestra casa? Seguro que ni lo sabéis. Yo las he contado y me sale una cantidad que me parece elevadísima. Ya en la cocina tengo tres, en mi despacho dos que sólo se diferencian en el tamaño y en el color de la parte por dónde metemos los dedos que suele ser de plástico. Luego añadimos las del cuarto de baño, también de distintos tamaños y una de ellas (o debería decir unas, ¿son tijera, o tijeras?) que tiene las hojas dobladas hacia un lado, mostrando una asimetría tipo lenguado. Lo de lenguado  se me ha ocurrido sobre la marcha y ahora que me fijo, como analogía es una mierda. En el salón, en una cajita que sirve para guardar lo que sea, también hay otra, u otras. Y más, por el jardín, en la caja de herramientas...

Volvamos al asunto de si se dice tijera o tijeras, que tiene su enjundia, porque en el caso de que lo correcto sea en plural, resulta que también es el singular. Las tijeras, es el singular de tijeras. Todo muy extraño.

¿Y su origen? Sorprendente. Las primeras aparecieron hace entre 3.000 y 4.000 años en Mesopotamia. No sé que sería de nosotros sin Mesopotamia, la verdad. Casi todo se originó allí y casi todo alrededor de las mismas fechas.

Lo curioso de las tijeras es que se trata de un invento que apenas ha sufrido variaciones a lo largo de la historia. Fue un invento rotundo, casi perfecto. Vemos un modelo de tijeras de la edad media y seguro que algunas de la actualidad, abandonadas a la intemperie un par de inviernos, tendría o tendrían el mismo aspecto. 

Me pregunto por qué a nadie se le ha ocurrido inventar las tijeras eléctricas. Hace mucho tiempo, recuerdo que se pusieron de moda los cuchillos de cortar pan eléctricos. Naturalmente fue un fracaso de invento, ¿qué necesidad hay de cortar el pan con un cuchillo que haga el movimiento solo, manteniendo nosotros el brazo quieto? Es como el cepillo de dientes eléctrico, otra chorrada de cuidado. ¿Tanto esfuerzo se requiere para utilizar uno manual? Bueno, pues ahí lo tienes, el mundo está lleno de cepillos eléctricos mientras tenemos que cortar materiales, a veces, realmente duros de rasgar, con las mismas tijeras que usaban los reyes visigodos.

Todo esto se me ha ocurrido porque justo hace diez minutos necesitaba una tijeras y ninguna (lo correcto sería decir "ningunas" ¿no?) de la casi docena que tengo, me vale. La que necesito es eléctrica pero no hay. Pues vaya.