martes, 13 de mayo de 2014

injurias y desavenencias








Ayer asesinaron a tiros a la que fue, entre otros importantes cargos, presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco. Dios la tenga donde se merezca, que para eso es dios y por tanto infinitamente justo. Yo, sin ser tan justo, lamento que alguien esté tan ofuscado, cabreado, indignado, encolerizado, enajenado, decepcionado, perturbado, etcetereado, como para pegar cuatro tiros a otra persona. Es terrible y jamás debería haber ocurrido. Todo parece indicar que la víctima tenía muchos enemigos, no solo los que fueron sus verdugos, y por tanto, a la hora de su muerte no todo el mundo la ha llorado de la misma manera. Incluso habrá personas que se han llevado una alegría y esto, aunque sea abominable,  es algo con lo que un personaje que se dedica a la política debe contar y nadie debe escandalizarse porque así suceda; no es el primer caso en que alguien celebra que la espiche el poderoso que te ha hecho la vida imposible. Es humano y comprensible, no todo va a ser “era una bellísima persona que supo granjearse la simpatía y cariño de cuantos le conocieron”, fórmula políticamente correcta, usada y abusada en cada entierro.
Esto, que resulta evidente para todo el mundo, no lo admite el ministro del interior, Fernández Diaz, que ha dado orden (madre mía, si es que da hasta miedo) a la policía y la guardia civil para que investigue y, en su caso, lleve ante la justicia las decenas de mensajes injuriosos que se propagan por las redes sociales, sobre la muerte de su presidenta en León. Lo voy a repetir: el ministro ordena investigar los mensajes de Twiter por si hay delito. Caramba, yo creo que aquí el ministro, una vez más se ha excedido en su pretensión de limitar la libertad de expresión, la libertad de sentimientos y la libertad de que cada cual lamente o se alegre de la muerte de quien le venga en gana. ¿También habrá puesto micrófonos ocultos en el entierro para detectar desafectos a Carrasco? Ya puestos, también vale. 
Una concejala de Vilagarcia de Arousa, escribió en Face Book: “no voy a comentar pero quien siembra vientos recoge tempestades”. Su partido, el PSOE, le exigió la dimisión inmediata por su comentario, y ella ha aceptado la decisión y ya ha entregado el acta. Además ha pedido disculpas públicamente, también a través de la radio; ha pedido disculpas a la familia de Carrasco, al PP y al PSOE. Ahora le queda lo peor: la condena de nuestro opusiano ministro del interior, a cuyos ojos espero que jamás llegue este blog, porque algo encontrará para empurarme también a mi.

Y otra cuestión importante, quizá la más importante de todas: exijo que esta orden de rastrear las redes sociales se mantenga, como mínimo, hasta que yo me muera. ¿O  a caso, el ministro vería con buenos ojos que a mi muerte todo el mundo al que le caigo mal me pusiera a parir? Si a Isabel Carrasco se le garantizan comentarios elogiosos de su persona y obra, no veo por qué no hemos de tener el mismo derecho el resto de españoles. Solo se muere una vez.



NOTA ACLARATORIA: este artiblog lo he escrito a raíz de haber leído la noticia de que el ministro del interior había puesto a la policía y guardia civil a buscar en Twitter y Facebook comentarios que fueran injuriosos sobre Isabel Carrasco, lo cual me sigue pareciendo una medida desafortunada. No obstante, he de decir que no había leído ninguno de los comentarios que se han escrito; ahora, por curiosidad, he estado leyendo algunas de las cosas que aparecen y he de decir que son simplemente impresentables y de una gran bajeza moral. Nadie debería escribir cosas así y menos de forma anónima. No tienen defensa de ningún tipo: una cosa es declararse enemigo y otra las barbaridades que aparecen.

para más de lo mismo, ver: La Virgen censura Twitter











4 comentarios:

  1. Si ya existe una legislacion vigente, no veo por que hay que tomar medidas especiaales, ni este ni en nigun otro caso.
    Por otro lado, que piensa hacer con los qe mantienen que el sesinato es consecuencia de los escraches y del odio desatado contra los politicos, cuando esta comprobado que se trata de una venganza personal (de personas del PP, por cierto).

    ResponderEliminar
  2. Yo es que soy muy de desdramatizar, pero tengo la impresión de que las personas se toman demasiado en serio a Facebook o Twitter y, por consiguiente, también a internet. O, no sé, quizá soy yo el que se lo toma demasiado a la ligera. A mi parecer, apenas significa nada cualquier palabra escrita en esas redes; es como gritar al viento. Hay gente que se expresa con elegancia y otra que simplemente despotrica. ¿Vale la pena perseguirlos y proporcionarles difusión en los medios? Pienso que no. La mejor táctica para la lucha contra esta clase de palabras bárbaras es ignorarlas. Y que todo un ministro del interior sea incapaz de hacer caso omiso es triste y preocupante.
    Es inútil intentar combatir la idiotez. Las armas a utilizar son numerosas, pero la estupidez humana es infinita.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estoy completamente de acuerdo con todo lo que dices. Un comentario hecho por un tipo que tiene como muchos 300 amigos de repente lo lee toda España. Es de capullos.

      Eliminar