jueves, 28 de marzo de 2013

Tranquilidad en tiempos de pasión




Hoy es jueves santo. Estamos en tiempos de Pasión. La palabra viene de padecer, y eso es lo que nos pasa a todos, que estamos padeciendo. Padecemos cada vez más cosas, que dicho así, resulta menos estremecedor que si decimos directamente que cada vez soportamos más agravios, más injurias y más pesares, que es lo que significa padecer. Pero como ya estoy harto de oír y leer y ver, siempre las mismas desvergüenzas, voy a mostrar mi lado más positivo, me olvido de todas las miserias que me rodean y voy a escribir un esperanzador y optimista artiblog.
Ahí va, atentos:
Mmmm… bueno, ejem. ¿saben aquél que diú…? No, espera,… esto… veamos, ¿qué tal empezar con una primaveral mañana en la que los pajarillos nos despiertan suavemente con sus matinales antífonas, mientras el arrullo de los cocodrilos…? ¡nada, no hay manera! ¡Joder, si es que no se me quita de la cabeza! ¡PERO SI PRÁCTICAMENTE TODOS LOS TESOREROS QUE HA TENIDO EL PP ESTÁN IMPLICADOS EN TODA LA DIVERSIDAD DE DELITOS QUE EXISTEN RELACIONADOS CON EL AFANAMIENTO DE DINERO! SANCHÍS, LAPUERTA, BÁRCENAS… Y NASEIRO, QUE SE LIBRÓ PORQUE EL SUPREMO ANULÓ LAS PRUEBAS QUE LO INCULPABAN (LAS FAMOSAS ESCUCHAS). De todas formas se hubiera librado por cualquier otro motivo, eso también lo tengo claro. Como ahora, que ya se están urdiendo los truquitos legales y jurídicos para que el último tesorero, empresario de éxito en fines de semana, se vaya a disfrutar de lo comisionado incluyendo el finiquito simulado y en diferido del PP.
Así, con estas noticias, no hay quien saque su lado más positivo.
Lo dicho, vivimos tiempos de pasión y si no, vean el calvario que está pasando Rajoy que al pobre hasta se le ha ido el habla.



martes, 19 de marzo de 2013

El cangrejo






La ciencia nos hace avanzar, eso lo sabe hasta un niño de bachiller. Bueno, eso lo sabía un niño de bachiller cuando había bachiller. Ahora a los infantes les enseñan que no es relevante lo que nos hace avanzar, sino lo que te hace avanzar.
Un profesor de la Autónoma de Madrid decía el otro día que van a desaparecer las carreras de humanidades. La facultad de filosofía dejará de existir, por mencionar la más emblemática. ¿Por qué?, porque no resulta rentable invertir en formar filósofos, así de sencillo. Grave error medir la rentabilidad siempre en términos monetarios.
La economía busca exclusivamente la eficiencia en un contexto global y altamente competitivo. Antes se contemplaban también las repercusiones sociales de las medidas económicas.
Los añosos como yo, recordarán que cuándo éramos pequeños, en los viajes largos por carretera nos inventábamos juegos para pasar el rato, en los que participaban nuestros padres. Ahora, a los niños se les enchufa a unas pantallas donde ven siempre la misma peli, para que no molesten.
Antes los salarios crecían, cada año ganábamos más, y crecían al mismo ritmo que aumentaba la productividad. Parece justo, pero además de justo, necesario, pues al aumentar los salarios también crecía la demanda de los bienes de consumo, lo cual conducía a un crecimiento de la producción, así sucesivamente año tras año. Lo que Robert Reich describió como un pacto según el cual “los patronos pagaban lo suficiente a sus trabajadores para que éstos comprasen lo que sus patronos vendían”. Un equilibrio que es fácil adivinar quién lo rompió.
Antes, la democracia representaba la voluntad mayoritaria, pero ahora ni los que han votado a los partidos gobernantes están satisfechos con lo que hacen.
Hubo un tiempo en que la palabra crisis se aplicaba con exactitud y precisión, pues se refería a momentos en los que se veía alterada la continuidad en el desarrollo de algún proceso, pero contando con el regreso a la situación anterior.

Antes a mí me gustaban muchísimo los cangrejos, ahora los miro con recelo.
¿Todo esto será porque antes éramos analógicos y ahora somos digitales?




lunes, 11 de marzo de 2013

A la trituradora






La palabra desahucio suena a operación quirúrgica sin esperanza, y encima, sin anestesia. Desahucio es una palabra traidora no solo por lo que significa; engaña y despista al más pintado. La empiezas a escribir con la certeza de que pondrás cada letra en su sitio, pero si no estás atento a la trampa que esconde, acabarás poniendo la “hache” en el lugar equivocado. Porque admitámoslo, dan ganas de poner deshaucio. Bueno, en realidad dan ganas de no poner esa palabreja en ningún sitio, salvo en la trituradora. Qué bonito sería que existiera una trituradora capaz de reducir a polvo las palabras infames, con todo su significado hecho puré. Yo haría una salsa a base de pasar por el chino y luego colar, palabras como deshabitar, deshecho,  desheredado, deshonra, que siempre acompañan a desahucio, aunque con la hache en su sitio, y luego la serviría muy, muy caliente, hirviendo, a los responsables de que existan, derramándola por sus cabezas culpables. No les iba a gustar nada, porque ellos prefieren beber sangre. Chupan sangre, hasta que no queda ninguna gota.
Sí, tendremos que inventar esa trituradora de palabras y ajustar el grado de molienda hasta el extremo de que no deje ni una sola sílaba entera, que resulte imposible reconstruirlas y que nadie pueda reconocer ni los restos. Tan solo dejaría una hache, la hache, para que podamos crear a partir de ella palabras nuevas. ¿Qué tal empezar con “hermanear”? “hermanear” suena terriblemente cursi, lo sé, pero yo creo que es por lo extraña que nos resulta a todos. ¿Qué demonios querrá decir hermanear? No es una palabra que encaje bien entre nosotros, no.