martes, 19 de enero de 2021

Menuda trompa

 



El concurso Saber y ganar es  de las pocas cosas que veo en televisión, más que por interesante, porque me pilla indefenso en el sofá, en mitad de la digestión y tratando de descubrir alguna señal del paso del tiempo en Jordi Hurtado. Es un concurso de cultura general con algunas pruebas de rapidez mental donde siempre puedes aprender algo. Muchas veces lo que aprendes es realmente sorprendente. El otro día por ejemplo, me enteré de que la trompa de un elefante tiene 100.000 músculos. ¡Qué pasada! me dije aún suponiendo que tendría muchos, ¿pero 100.000? 

Mi curiosidad me obligó a consultar en Internet, el gran oráculo, y tras desechar las primeras informaciones, muy superficiales la mayoría, llegué por fin a una página que parecía seria y resulta que sí, el dato es correcto. Exactamente la cosa es así: la trompa está compuesta por 40.000 músculos divididos en seis grupos principales que están subdivididos en 100.000 unidades musculares. Esta estimación fue realizada por el naturalista francés Georges Léopold Chrétien Frédéric Dagobert Cuvier, más conocido como Baron de Cuvier, para ahorrar tiempo. Este señor vivió a caballo entre los siglos XVIII y XIX, y fue un gran promotor de la anatomía comparada y de la paleontología donde también destacó. Fue el primer científico en suponer que la extinción de los dinosaurios se debió a una catástrofe natural, y el primero también en clasificar el reino animal desde el punto de vista estructural o morfológico, pero nos estamos alejando de la senda de los elefantes y su proboscis. Sobra decir que la estimación del Barón de Curvier fue totalmente acertada.

Tanta complejidad en una nariz tiene sentido pues el elefante utiliza la trompa prácticamente para todo. Para oler, por supuesto, y cuando vemos a un elefante con la trompa levantada es que está buscando en el aire rastros de enemigos o de otros elefantes o de lo que sea, también elefantas en celo. También la usa para beber, para comer, para ducharse, para defenderse, para rascarse los ojos y las orejas, para tirar objetos, para levantar cosas pesadas, hasta 270 kilos y también para tratar con delicadeza otras... la trompa del elefante es como una navaja suiza multiusos a lo bestia, un órgano exploratorio, funcional e imprescindible cuyo manejo exige mucha práctica y experimentación. Los elefantes pequeños tardan muchísimo tiempo en aprender todas las posibilidades que les ofrece su trompa y eso que son muy inteligentes, pero es que manejar a la perfección un órgano con 100.000 músculos debe ser como aprender a pilotar un caza.

Todo esto nos enseña una cosa a los seres humanos que en total, en todo nuestro cuerpo sólo tenemos 639 músculos, algunos que da pena verlos. Nos ensaña algo muy importante, pero no seré yo quién lo diga, que cada cual saque su propia conclusión.



TiTo


viernes, 15 de enero de 2021

Generosidad

Lágrima congelada, no sé si de risa o de pena.



Según los datos de la Organización Nacional de trasplantes, nuestro país es ejemplo de generosidad en el mundo entero a la hora de dar desinteresadamente lo que ya no necesitamos; somos los que mayor número de trasplantes y donaciones hemos realizado durante los últimos 28 años. Una hazaña consecutiva de la que tenemos que sentirnos orgullosos. No nos duelen prendas a la hora de desprendernos de nuestras vísceras si con ello ayudamos a un prójimo a que siga con vida. Tanta solidaridad a mí me llena de patriótica satisfacción aunque he de reconocer que hasta la fecha yo no he contribuido en absoluto a mantener tan loable récord. Supongo que alguno de mis órganos, exceptuando el hígado que no se lo recomiendo a nadie, podría serle útil a quién ande necesitado cuando yo vaya camino del Valhalla, pero no sé cómo hacerlo, me enteraré a ver. Mientras tanto, me ofrezco a otro tipo de generoso comportamiento e invito a todos a que consideren la idea. Verás.

Hay una canción del grupo setentero Aguaviva cuya letra es una poesía de Gabriel Celaya que ha inspirado la idea que os voy a contar. Quizá no tenga demasiado que ver, por eso es inspiración, si no, sería plagio. 

En un momento dado, se lee o se escucha, el verso:

yo me alquilo por horas, río y lloro con todos.

Luego sigue:

pero escribiría un poema perfecto

si no fuera indecente hacerlo en estos tiempos.

Este par de versos ya no vienen al caso, los he puesto porque a mí particularmente me parecen estupendos aunque carezcan de importancia argumental para lo que voy a contar, que es lo siguiente:


Hay muchas personas que les falta algo, no vital pero si muy importante, quizá no tanto como el hígado o el corazón aunque más que el páncreas que en realidad no vale para gran cosa (Una persona sin páncreas puede vivir normalmente sin ningún problema, siempre y cuando se someta a un tratamiento de reposición de las hormonas y enzimas producidas por esta glándula). Me refiero a las emociones. Pues bien, yo me ofrezco a hacer donación de emociones y trasplante de lágrimas. 

La idea va mucho más allá de simplemente poner un hombro para quién necesite consuelo se apoye en él, eso ya está muy visto. Yo me refiero a algo mucho más físico, como donar un riñón. Hay muchas personas que son incapaces de sentir emociones, y esa insuficiencia es porque les falta algo en el hipotálamo, alguna pella de células especializadas en empatía que no funcionan correctamente o quizá nunca existieron. Pues bien, en estos casos yo me ofrezco a emocionarme por ellos, por supuesto sin tocar mi hipotálamo del que me siento particularmente orgulloso. Soy lo que se dice una persona de lágrima fácil, lloro con casi todo, al principio trataba de ocultar mi predisposición al moqueo disimulando como que se me había metido una pelusilla en el ojo, pero ahora, doy rienda suelta a mis mocos y lagrimas y lloro que da gusto. Pues bien, ya que yo tengo tanta facilidad para emocionarme por las cosas más insignificantes, me parecería un acto de egoísmo no compartirlo, de modo que estoy dispuesto a prestarme para llorar cuando alguien vea que la ocasión lo requiere pero le falta lo que hay que tener para conseguir un buen llanto desconsolado. Ojo, que puedo llorar tanto de pena como de risa, tengo lágrimas de los dos tipos y estoy dispuesto a donarlas a mis prójimos más firmes en mantener la compostura. 

Todo esto lo hago por generosidad sin esperar nada a cambio y garantizo sinceridad en mis emociones, nada de fingimientos. No soy una plañidera, sino una persona sensible que sabe llorar cuando es necesario, nada más eso.

Pues ya lo sabéis.

Os pongo el enlace a la canción de Aguaviva con letra de Celaya que decía antes. Merece la pena escucharla.



Ya he mirado cómo hacerse donante de órganos, si alguien está interesado se puede informar aquí:

    Organización Nacional de Trasplantes.