jueves, 27 de marzo de 2014

Soberbia actitud






En cierta ocasión me prometí no escribir sobre ciertas cosas que están sucediendo en este país para prevenir ataques de incontenible rabia, pues ya sabemos que escribiendo es como más rabia da todo. Una cosa es pensar, que todo queda de una forma más o menos confusa (por muy claro que nos parezca en ese momento),  otra es hablar, que ya va tomando forma  lo pensado y finalmente, está escribir, que exige un esfuerzo adicional pero que se ve compensado por la claridad de lo expuesto. Escribir requiere ordenar lo pensado y corregir lo hablado, por lo que no es de extrañar que sea la manera más precisa de manifestar lo que pensamos, y dicho esto, voy a hacer una excepción y voy a escribir de forma rápida lo que he pensado con absoluta claridad; por evitar que la indignación me haga tartamudear, como ya he dicho al principio.
Pero vamos a ver, pero vamos a ver, ¿cómo se puede tolerar que Correa, uno de los mayores infractores de todo, se permita acudir al juzgado y negarse a declarar ante el juez porque según sus propias palabras,  “ha perdido la confianza en la justicia”?
¿Cómo que ha perdido la confianza en la justicia? ¿Se está cachondeando de todo el mundo? De todas formas, pasado el estupor, yo le comprendo perfectamente.  Animalito, no hay derecho a decepcionarlo así; el pobre, que había puesto toda su confianza en la justicia al ver que inhabilitaban del caso al juez Garzón, resulta, que luego, en vez de archivar la causa, como él pensaba que iba a suceder, van y siguen haciendo preguntas. No me extraña que haya perdido la confianza, pero no en la justicia, sino en sus amiguitos del alma que les encantaría, por su propia seguridad, rescatarlo del infierno que algunos jueces desalmados pretenden llevarlo.
Pobre Don Vito, como le gustaba que le llamaran cuando estaba en la cresta de todo y de todos. Y su actitud, soberbia y  descarada, ha sido imitada por el bigotes, su alter ego en Valencia, que también se ha negado a declarar, éste, alegando que no se le había notificado de forma oficial la citación judicial. Bueno, al menos el bigotes parece que sí tiene confianza en el sistema legal, y se acoge a lo que puede, a ver qué pasa.
Pues eso, que no sigo, que enseguida se me sube la indignación y no tengo ganas. Prefiero ir a tomarme un vino con mi vecino, a ver qué se cuenta, que tiene cada cosa…



sábado, 22 de marzo de 2014

La rádiula que embrújula





Aquí podéis escuchar el programa de la Escóbula de la Brújula. Trata sobre la publicidad, por si no había quedado claro. Yo aporto mi grano de arena al debate.








jueves, 20 de marzo de 2014

La Escóbula de la Brújula





¿Qué es la Escóbula de la Brújula? Pues lo que su mismo nombre indica: un estupendo programa de radio que realizan mis amigos Jesús Callejo, Carlos Canales, Juan Ignacio Cuesta,  David Santinella, Miguel Zorita, Alberto Bernabeú, Javier Sánchez Barba y mi gran amigo y colega durante muchos años, Marcos Carrasco.

El programa lo realizan a través de Internet, y siempre tratan asuntos que indefectiblemente atrapan al escuchante, no solo por el propio contenido y la amena forma de llevarlo, sino porque son profesionales que se preparan cada programa como si fuera una conferencia: investigando, documentándose, buscando… y todo con el sentido del humor propio de la gente cultivada. Sí, es cierto, me invitaron a comer estupendamente.

En fin, aquí os pongo el enlace: La escóbula de la Brújula.

Lo emiten todos los viernes a las doce de la noche. También están disponibles las grabaciones de programas anteriores.

Os aviso, antes de que me reclaméis nada, de que en el programa del viernes 21, mañana, aparezco yo como invitado. Tuvieron ese gran detalle y espero que no les pese.






Mañana os contaré más cositas sobre este programa. Quizá.

Por cierto, aprovechando el contenido del programa, ya sabéis que si pincháis arriba,
en el libro El Ladrón de Nubes, podéis leerlo. Tras un pequeño trámite, eso sí.










jueves, 13 de marzo de 2014

Don't let me down







Auguste Comte, creo, aunque quizá fue algún seguidor suyo, decía que la humanidad (refiriéndose al pensamiento) ha tenido una primera etapa religiosa, luego le ha seguido otra metafísica, y finalmente se encuentra en la más interesante: la positiva. Yo, personalmente, conozco a mucha gente que sigue viviendo en la primera y creo que jamás llegarán al positivismo. Pero esa es otra cuestión. Yo quería utilizar el juego de las etapas, que da mucho juego, para desarrollar mi propia teoría: creo que el hombre (no la humanidad, sino el individuo) pasa por una primera etapa de ilusión, luego le llega otra de pragmatismo y finalmente entra en la de la decepción.
Es terrible, pero, sin abandonar del todo el pragmatismo ni por supuesto la ilusión, yo siento que acabo de entrar en un estadio de mi vida en que me siento decepcionado por muchísimas cosas. Y no solo yo; veo a muchos amigos míos que les pasa exactamente lo mismo, además es algo que enseguida se nota. Al menos yo lo noto; claro porque también lo sufro. Sin ir más lejos, mi propio vecino, del que ya he dado suficientes referencias en anteriores artiblogs, el otro día estaba claramente decepcionado. Yo se lo hice notar y me lo reconoció sin disimulos. Mi mujer, mis hijos, me dijo, todos me han decepcionado bastante. Por no hablar del PP, siguió confesándose, que como sabes yo los voto siempre, pase lo que pase. Yo puse cara de “vaya, lo siento”, y luego le reconocí que, salvo en lo del PP, que estaba cantado, yo también me sentía decepcionado por un montón de cosas, muchas más de las que podía haber imaginado, pongamos… un mes antes. Y es que es así: entras en la etapa de la decepción de repente, sin mediar un periodo de adaptación, y eso hace que la sensación resulte mucho más terrible. Un día te acuestas feliz y esperanzado y al día siguiente descubres por primera vez en tu vida, que te sientes decepcionado. Y a partir de ese día, la decepción estará siempre presente, dentro de ti, con mayor o menor intensidad, pero siempre ahí, un sentimiento de ligero desencanto, agazapado y dispuesto a hacerse grande en cuanto le des la menor oportunidad.
Luego, mi vecino me dijo poniendo cara de filósofo griego y voz de sentencia, que hay que tener mucho cuidado porque la decepción es la hermana pequeña de la traición y muchas veces es difícil discernir con cual nos quedamos ¿Estamos decepcionados por el comportamiento de un amigo –me preguntó como si yo tuviera la respuesta- o nos sentimos traicionados?
No sé. Le contesté, ¿qué te ha pasado que te sientes así? Y mi vecino simplemente me contesto:
-Nada, no me ha pasado nada. La vida.
Pues vaya, le dije yo, y nos fuimos a jugar al tenis.





viernes, 7 de marzo de 2014

La tormenta en un vaso





En el siguiente enlace encontraréis una crítica literaria sobre mi novela El Ladrón de Nubes. La firma nada menos que el último Premio Nacional de literatura juvenil, César Mallorquí. Como todo el mundo sabe, es amigo mío, pero además de amigo es un profesional de la literatura y no empeñaría su criterio por emociones. Por cigalas, quizá sí, pero he de decir que las últimas que nos comimos juntos las pagó él.


AQUÍ:


El blog donde se publican estas críticas se llama La Tormenta en un Vaso y se accede a través del suyo, La Fraternidad de Babel cuyo acceso lo tenéis aquí mismo, a la derecha.