domingo, 15 de diciembre de 2013

El juego de navidad









La primera vez que escribí un cuento de navidad fue la primera vez que mandé un cuento de navidad a todos mis amigos y conocidos. Quiero decir que lo escribí, no para mí, sino como felicitación personal para todo el mundo. Nada más terminarlo, sin corregir siquiera, lo emailineé (palabreja recién inventada pero que todo el mundo comprende) a toda mi lista de correo electrónico. De esto hace trece años y desde entonces no he faltado ni un solo año a mi cita navideña. Pues bien, resulta que cada vez me cuesta más trabajo cumplir con mi voluntario compromiso, tanto que he llegado a pensar en abandonar so pretexto de que nadie se daría cuenta si me hago el despistado. Ya, pues no; resulta que siempre hay alguien (a quien le agradezco de veras su interés) que me lo recuerda, y  cada vez con mayor antelación. Entonces se me ha ocurrido unir la vieja tradición, que no deja de ser una pesadez, con algo que haga de ella algo más fresco, nuevo y emocionante. Se trata de un juego. Un juego del que yo no conozco la solución.

Consiste en lo siguiente: este año he empezado mi cuento de navidad pero solo he hecho eso, empezarlo. No he pensado en como puede continuar, ni la menor idea, con el agravante de que lo empecé hace más de un par de semanas. Y precisamente, en este punto es cuando se me ha ocurrido el Juego de Navidad, que consiste en que hoy subo al blog la primera parte del cuento, esa primera página escrita hace veinte días, pero sin saber como será la siguiente entrega. El juego también consiste en que se admiten sugerencias, de modo que La Tertulia Perezosa se convierte en eso, en una tertulia donde todas las opiniones cuentan e incluso alguna de ellas puede llegar a ser la que determine el final de un cuento que espero que sea del gusto de todos.
He situado la acción en el día de Reyes, de modo que tenemos más tiempo para encontrar el mejor desenlace. Hoy es la primera entrega y me comprometo a que subiré la última el mismo 6 de enero.

Insisto, se admiten ideas, y si nadie me manda ninguna, no pasa nada, el compromiso es mío y solo mío. También os adelanto que puede ocurrir que las ideas que me lleguen (si es que me llega alguna) sean demasiado complicadas y las desestime con cierto alivio.
También puede ocurrir que a mi tampoco se me ocurra ningún final convincente, en cuyo caso, este año sería el primero de este siglo en que no cumpla con mi compromiso de mandar un cuento de navidad a todos mis amigos. Al menos, completo.

Va.


                              ATRACO A TRES


Es muy fácil, veréis, nos ponemos estos trajes y luego entramos como si tal cosa y a mi señal, sacamos las armas y nos llevamos toda la pasta, ¿qué os parece?
    -Que al final, nos pillarán, verás.
    -No seas gafe, coño.
    -Déjale, déjale que se exprese, tiene derecho al pesimismo… a ver, ¿por qué dices que todo saldrá mal?
    -¡Porque no se puede entrar en un gran almacén como si tal cosa, tal como tú propones, vestidos de esta guisa!
Jaime señaló un montón de extrañas ropas que había encima de la mesa, del que sacó como ejemplo, un chaleco de púrpura y unas babuchas con lentejuelas.
    -¿Qué tiene de extraño ver a los reyes magos en plenas navidades? –se defendía el que parecía ser el jefe de la banda-  su hábitat natural son precisamente los grandes almacenes, ¿no?, luego nos acercamos a la caja central y ¡zas! ¡golpe perfecto!
    -Sí, claro, pero lo extraño es que los tres reyes magos sean negros. No se si os acordáis de que solo había uno: Baltasar.  Los otros dos eran blancos, rubios y uno de ellos con los ojos azules.
    -Ya, pero da la casualidad de que los tres somos negros, muy negros, te lo digo por si no te habías fijado, por tanto la única posibilidad que tenemos de disfrazarnos de reyes magos es que hagamos de Baltasar. Los tres.
    -Pues yo te digo que ver tres Baltasares puede resultar sospechoso, y si los tres Baltasares entran en un supermercado de esos, con sus sacos llenos de juguetes y se dirigen a la caja central, aún es más sospechoso.
El jefe de la banda se quedó un rato cavilando en silencio sin dejar de rascarse el mentón. Se llamaba Juan; sus otros dos compinches, Jorge y Jaime le contemplaban  en silencio sin atreverse a perturbar sus reflexiones. En los círculos de malhechores eran conocidos como “los Tres Jotas”, debido a las iniciales de sus nombres. También, algunos se referían a ellos como los sobrinos del pato Donald, aunque esta última acepción les llenaba menos de orgullo.
    -Bien, creo que puedes tener razón en que quizá resulte un tanto extraño, pero ya me contarás tú entonces qué hacemos –Juan se dio un palmetazo violento en su pierna en señal de desesperación-. Es que era perfecto, el atraco perfecto. Ocultos en nuestros disfraces nadie podría sospecha nada, luego la pasta la metíamos en nuestros sacos de juguetes… y a disfrutar. Me consta que a la hora que teníamos planeada nuestra aparición, la caja central está hasta arriba de pasta que han llevado de todas las secciones.
    - Sí, sí, pero para entrar sin llamar la atención, dos de nosotros se tienen que volver blancos, o no way, compañero.
Los Tres Jotas torcieron el gesto al unísono y también al unísono se pusieron a pensar en cómo podían solucionar su problema.




continuará.


12 comentarios:

  1. Intenté llevar a cabo, con mi mujer y mi cuñado, un juego parecido este verano. Pero nadie me hizo el más mínimo caso y tuve que escribir yo solo el relato que, por cierto, aún está por terminar. Algún día, cuando se me ocurra algo, lo haré. Incluso si es una mierda. Aunque solo sea por amor propio, me lo prometo.

    Por suerte, a mí me encanta jugar. Y, guiándome por el título "Atraco a tres", podría suceder que los protagonistas comprendieran que solo puede haber un rey Baltasar y se separaran para atracar tres centros comerciales a la vez. Luego viene una elipsis temporal y retomas el relato en la cárcel, donde cada uno explica su inverosímil experiencia. Puede ser cada una más absurda a la anterior o puede haber una sorpresa final, eso a gusto del escritor. O dos explican como los detuvieron y el tercero, al relatar su caso, desvela que toda la culpa de encontrarse los tres entre rejas fue de él.

    Y, de momento, no sé qué más decir. Tampoco me quiero aventurar demasiado en detalles, me da un poco de vergüenza empezar a decir tonterías. Y puedo asegurar que soy un experto en ellas.

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    1. yo también soy un experto en chorradas, no te preocupes. Conozco a estupendos chorradistas que además de pasarselo fenomenal, consiguen que los demás también disfruten. Incluso puede ser una buena forma de ganarse la vida (eso me dijeron cuando empecé a trabajar como creativo publicitario y la verdad es que tenían razón).
      Tu idea la archivo pues de momento es la única que tengo. Gracias.

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    2. Pues, ya que me animas a decir chorradas...
      Los maleantes deciden atracar tres centros comerciales y, para ayudarse entre ellos, quedan en cometer los robos en tres franjas horarias diferentes: mañana, tarde y noche. Así la policía sería sorprendida con el primer hurto y, al encontrarse la mayoría de dotaciones resolviendo el primer caso, el segundo rey aprovecharía esa distracción para cometer el siguiente. Y el tercero utilizaría la misma táctica para atracar con la misma soltura que el resto. El equívoco viene cuando los tres, al no haber concretado los centros comerciales, deciden actuar en el mismo. Al primero lo detienen tras oponer resistencia, al segundo solo tienen que exposarlo y al tercero lo reciben con un pasillo, similar al que profesan los vendedores de Apple a sus compradores, con aplausos y vítores.

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    3. Te agradezco tu nueva aportación que la veo ingeniosa y muy policiaca, pero, ¿tú quieres que me tire escribiendo de aquí a reyes ocho horas diarias, verdad?
      Me gusta la falta de coordinación que los lleva a atracar el mismo centro sin saberlo. Eso ya sería una idea para otro cuento: un centro comercial que se llena de papas noeles y todos con la idea de atracar la caja central justo a la misma hora. tendría gracia. Se podría titular: atasco a las tres

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    4. No, hombre, no. Yo te pondría a escribir diez horas diarias de aquí a la eternidad.
      Así somos los lectores, insaciables.

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  2. no se me ocurre nada pero no se me va a quitar de la cabeza.

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  3. 1. Los tres manguis deciden dar el golpe vestidos de Reyes, considerando que nadie se fijará en su triple negritud. Entran en los almacenes y, antes de que puedan hacer nada, son interceptados por un equipo de televisión que está ahí entrevistando a la gente. El hecho de ser los tres negros es interpretado como una protesta antirracista y se convierten en celebridades.

    2. Dos de los manguis deciden disfrazarse de blancos a base de toneladas de maquillaje. Y como van vestidos de reyes, se les confunde con drag queens.

    3. Justo en el momento en que los tres reyes van a dar el golpe, aparecen otros tres manguis vestidos de Papá Noel (pueden ser chinos) dispuestos a dar el golpe ellos. ¿Un tiroteo entre papa noeles y reyes magos?

    Otro día más. Quizá.

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    1. me mola el tres:reyes magos negros contra papas noeles chinos. El más navideño es la opción 1, puede tener un mensaje de paz y amor. La dos también mola, ojo. Mmmm, están muy bien, esto me hace pensar algo que hizo Levi's en Internet (hace mogollón) que proponía varios finales a gusto de cada cual. Esa puede ser la mejor opción.
      Mmmm....

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  4. van a visitar al mago de su tribu en el congo que despues de cobrarles una barbaridad deja a dos de ellos completamente blancos. vuelven a españa se ponen a preparar el atraco, se disfrazan de los reyes magos, ya bien, siendo dos de ellos blancos, y se dirigen al gran almacen, pero los detienen porque piensan que estan locos. Resulta que con todo el follon de ir a ver al mago de su tribu, han pasado ya cinco meses y cuando entran a dar su atraco perfecto disfrazados de perfectos reyes magos se encuentran en pleno mes de mayo.
    No tiene puntos debiles, es perfecto.

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    1. muchas gracias por tu aportación que ha conseguido aclararme una cosa: es un lío impresionante. El lío en el que me he metido, digo.

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  5. Nou comen
    am sorri
    No tengo ideas para escribir lo mío, como para andar prestando...
    No ocultes tu vaguearía con ideas originales y participativas
    ¡Curra, coño!

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