lunes, 2 de septiembre de 2013

La realidad supera a la ficción








Imaginaos la siguiente escena: llega una mujer a su casa y pilla a su marido en la cama con una vecina. El marido, al verse descubierto, se levanta con agilidad, imperturbable, sin que el mínimo gesto de consternación o vergüenza asome a su rostro que permanece inmutable y con expresivos movimientos  de las manos urge a la vecina a que recoja su ropa y se marche. A continuación, con toda la calma del mundo, se viste, primero los calzoncillos, calcetines, luego los pantalones, la camisa… hasta ponerse la corbata y la chaqueta.
La mujer, muda, con la boca abierta hasta el amanecer, apoyada en el dintel de la puerta del dormitorio, asiste a la escena sin llegar a entender del todo qué está pasando. Después, el hombre, con la máxima atención en cada detalle, hace la cama, coloca bien el despertador que había quedado tendido sobre la mesilla de noche como una tortuga con las patas hacia arriba, sacude el polvo (es un decir) de las mangas de su chaqueta, y sale del dormitorio sin mirar siquiera a su mujer que sigue ahí plantada y petrificada. Coge el periódico y se sienta en el salón, en su sillón habitual a leerlo. Entonces la mujer le sigue y le pregunta, entre indignada y atónita, qué está pasando. Él baja el periódico, y con la sonrisa más encantadora del mundo le saluda como si tal cosa:
    -Hola querida, ¿ya has vuelto? ¿Qué tal has tenido el día?
A continuación, la mujer señala horrorizada el dormitorio al tiempo que reclama explicaciones, pero el marido pone cara de no entender de qué le está hablando, ni a qué vecina se refiere ni de qué coito se le acusa. Simplemente niega cada una de las cosas que han sucedido y que la mujer ha visto con toda claridad. El marido continua leyendo el periódico y de vez en cuando comenta alguna noticia en voz alta para compartirla con su mujer.

Esta escena pertenece a Guía Para el Hombre Casado, una película protagonizada por Walter Matthau y que actualmente podemos ver reproducida en casi todos los medios de comunicación. Eso sí, en una versión superada por la calidad artística de la protagonista. La actuación de María Dolores de Cospedal deja a la del bueno de Matthau al nivel de aficionado. Su interpretación ante las nuevas pruebas que evidencian lo que todos tenemos clarísimo, es digna de Oscar.
Qué tía, qué buena es en su papel.





6 comentarios:

  1. JAJAJA, me parto contigo, porque con los políticos me desternillo, ¡qué grandes comediantes ha perdido el 7º arte!
    Aunque también la tragedia griega (y española), y sobre todo, sobre todo, el circo:
    ¡qué sarta de payasos!
    Un abrazo, chaval. Cuídate mucho

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    1. Pues sí, así es. Pero cuando se salen del papel y se ponen a improvisar, se demuestra que en el fondo son unos actores bastante malos. Otro abrazote chavalón.

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  2. Lo peor de todo sería que esa mujer creyese a su marido, pensara que todo había sido imaginación suya, y le hiciera la cena por la noche. Porque hablamos de malos actores, pero también deberíamos hablar de lo malo que es el público.

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    1. Sí, es verdad, y me temo que hay mucho público entregado dispuesto a creerse toda la representación. Esa es la parte más dolorosa.

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  3. Es cierto, actúan como nadie. Y no sé si soy el único pero, actúe quien actúe, me parece estar viendo siempre la misma película. Aunque son consecuentes con su público. ¿Cuando ha sido castigado o condenado un político/a por sus errores o delitos? Y si, por algún equívoco, acaban en la cárcel, ya se preocuparán de absolverlo o indultarlo.
    Así que no me extraña que hagan o digan barbaridades. Si no hay consecuencias... ¿Por qué ha de haber culpables?

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    1. sí, la película cambia muy poco, se repite constantemente y no paran de hacer "remakes". Todo un exitazo, por lo que se ve.

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