lunes, 1 de octubre de 2012

Impedancia



Estaba yo escuchando las noticias, oyendo los Presupuestos para el 2013,  atendiendo los avisos del apocalipsis y el resonar de sus trompetas, y sin darme cuenta mi cuerpo sufrió una increible mutación. Repentinamente empecé a crecer de forma incontrolada. Crecía y crecía y según iba creciendo, mi espesor, por decirlo así, disminuía. Es decir, aumentaba mi altura, pero solo eso; mi masa corporal seguía siendo la misma. El resultado es que me estaba alargando como una barra de plastelina sobre la que hacemos pasar un rodillo. Cada vez más. Mientras, en la TV salían imágenes en blanco y negro, más negro que blanco. Y yo, poniéndome largo y fino, tanto que ya me resultaba imposible mantenerme en pie. Me había convertido en una especie de espaguetti larguísimo, y nadie ha visto un espaguetti de cinco metros de altura capaz de conservar una posición erguida. Claro, si no podía estar de pie, tendría que buscar otra posición, pero el caso es que el fenómeno, lejos de detenerse, continuaba a un ritmo cada vez mayor, de modo que ahora era aún más fino que antes y por supuesto más largo. Ya ni sentado ni tumbado podía estar, en vista de lo cual hice lo único que podía hacer en esas circunstancias: enrollarme. Me enrollé como pude, que he de decir que me pude enrollar muy bien, tan bien que estaba disfrutando con lo que me pasaba. Empecé a girar sobre mi mismo como si fuera una bobina de hilo y al cabo de diez minutos, más o menos, se detuvo el proceso. En ese momento, calculo yo que mi longitud total podía estar cerca de los cientocincuenta metros, aunque al estar tan divinamente enrollado apenas ocupaba veinticinco centímetros.
La TV seguía con su constante cantinela pero había dejado de prestarle atención, apenas me producía ningún efecto.
Entonces entendí que me había transformado en una resistencia. Llevaba tiempo intentando que no me afectara la intensidad de los acontecimientos,  pero no había manera, enseguida me entraba la depresión, una profunda depresión. Ahora, sin apenas darme cuenta, tan solo con un embobinado pertinente sobre mi mismo, había alcanzado el ansiado estado. Por fin volvería a dormir tranquilo, feliz, si acaso un lligero calambrillo antes de cerrar los ojos.
Felices sueños.




3 comentarios:

  1. Se te ve el plumero de ingeniero. Felices sueños para ti también.

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  2. muchas gracias, soñar es precisamente una de mis especialidades.

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