Detalle, significa rasgo de cortesía, amabilidad o afecto, y también significa, parte o fragmento de algo. Estoy pensando en un detalle de Trump, de modo que podemos descartar inmediatamente la primera acepción.
El detalle de Trump que me ha llamado la atención hasta casi obsesionarme, en realidad es un detallazo. A pesar de su exagerado tamaño es, como cualquier detalle, solo un fragmento del todo. El todo es la personalidad de Trump, que es una megapersonalidad, porque él es un megalómano. Y un megaterio también, a pesar de que se suponían extinguidos.
El detalle al que me refiero es la pluma, o lo que sea, que utiliza para firmar sus sentencias. Parece más bien, un objeto diseñado para hacer palotes que para firmar, y mucho menos para escribir.
Será porque Trump no necesita escribir, le basta con firmar. Él, no escribe, no creo que lo haya hecho nunca, él solo firma y lo hace de manera que se vea a quince metros de distancia. O más.
Su firma, que parece un electrocardiograma, ocupa la mitad del papel, que también es de tamaño considerable. Lo único que se ve del documento es su firma que siempre muestra ufano, como un niño que acaba de hacer un dibujo convencido de que es fantástico, por el que espera ser felicitado. Pero en realidad es una mierda. Nadie se atreve a decirle que es una mierda, de modo que el niño no para de repetir el mismo dibujo, cada vez más convencido de que es un artista. Pero no lo es; siempre es la misma mierda.
Una mierda con forma, como ya he dicho, de electrocardiograma que acabará siendo plano para todos los que le ríen la gracia. Y, lo malo, es que también para los que no se la ríen.