lunes, 6 de abril de 2015

Fantasmas








¿Cuántas veces, a lo largo de nuestras vidas, nos convertimos en fantasmas? Este es un espinoso asunto sobre el que ya he hablado en otras ocasiones y desde distintos puntos de vista, lo que demuestra que, o bien soy un pesado, o bien se trata de una obsesión personal, que viene a ser lo mismo pero parece más ilustrado.
Para convertirse uno en fantasma es condición indispensable morirse antes, aunque solo sea un poquito, así que la pregunta del principio se podría formular en términos de fallecimientos sucesivos y desde luego, es preferible que éstos se den en muy abundante cantidad; cuantas más muertes en vida tengamos, más satisfactoria será en su conjunto. Por el contrario, quien tiene la desdicha de morirse solamente una vez (la definitiva), es porque su vida ha sido plana, continua, sin cambios ni evolución, un auténtico aburrimiento, una línea recta en la que todo es predecible y un día sucede al anterior sin ninguna razón para pensar que se trata de un día distinto. Entonces, tampoco hay ninguna razón para pensar que eso es una vida que merezca la pena, salvo que seas un mejillón o una coliflor.
Vidas así, de un tirón, son un coñazo, y tienen además el agravante de que uno se acostumbra a estar siempre vivo, de modo que cuando le llega el momento de morirse de verdad, se lo toma fatal, un disgusto enorme, y es precisamente por la falta de costumbre.
Yo, no es por presumir, pero me he muerto un montón de veces, aunque en algunas ocasiones ni me he dado cuenta, y es luego, al cabo del tiempo, cuando caigo en que en tal ocasión desaparecí del todo y que me convertí en otra cosa.  
¿Cuánto tiempo es lo normal que uno esté muerto? Porque claro, tampoco es que nada más morir, vuelvas a ser otro, así, plaf, de la noche a la mañana; hay un periodo de transición en que somos fantasmas, todavía nos queda algo de lo que fuimos y aún no se ha concretado el nuevo ser que seremos.
La imagen que aparece en este artiblog ilustra perfectamente la verdad de lo que estoy diciendo. El de la izquierda soy yo en uno de esos momentos que decía, y el de la derecha es mi primo. Yo creo que está muy claro que la foto me pilló siendo yo un fantasma, y sin embargo a mi primo, se le ve ya recuperado de su último fallecimiento.

En aquella época nuestras vidas eran muy similares, además de numerosas. Una suerte.








8 comentarios:

  1. Lo que no dices es que esa foto la hice yo. Lo cual me convierte en un fotógrafo de fantasmas, supongo... Mira, es un bonito título para un relato, "El fotógrafo de fantasmas". Quizá algún merodeador de este blog piense que se trata de un trucaje fotográfico; yo también lo pensaría (aunque ni puta idea de cómo hacer ese trucaje, sobre todo en aquella época). Pero no. Hice la foto normalmente y, al revelarla, salió así; tu primo como un ser humano civilizadamente opaco y tú anárquicamente transparente. Qué cosa más rara... Sigo sin explicarme cómo es posible. A Iker Jiménez le encantaría.

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    1. Sí, me temo que eres un fotógrafo de fantasmas, o quizá tú también eras un fantasma en ese momento, lo cual no le hubiera extrañado a nadie.

      Para mayor imposibilidad dentro de los fenómenos naturales, observa el brazo de mi primo que está por delante de mí: es opaco, normal, material, lo cual descarta que sea atribuible a una zona.

      ¿Explicación? yo creo que ya la he dejado clara, ¿no?

      Pero no es la única foto paranormal que nos salió, ¿recuerdas la foto que hice yo en AEROTEC? Otro misterio sin resolver.

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    2. En efecto, el brazo de tu primo es opaco y está por delante de ti, lo cual, además de lo que dices, significa que no puede ser una simple superposición de imágenes. Por otro lado, no todo tú eres transparente. La mano, el brazo y el hombro derechos son opacos, igual que la parte superior de la cabeza. ¿Cómo es posible? Recuerdo que le enseñé la foto a mi hermano José Carlos, experto fotógrafo, y tampoco le encontró una explicación. Salvo que en ese momento fueras un fantasma, claro.

      Claro que recuerdo la foto de AEROTEC, pero ésta me parece más misteriosa. A fin de cuentas, lo que aparece en la otra sabría hacerlo (apantallando). Ya sé que nadie la trucó, pero sabría trucarla. Sin embargo con ésta no tengo ni zorra idea. Fantasmal, en efecto.

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    3. Sí, recuerdo perfectamente lo de José Carlos.
      En efecto lo de AEROTEC era menos espectacular, pero no por ello menos intrigante.
      Ya te digo, la única explicación es... tachán tachán, y con eso lo he dicho todo, yo creo.

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  2. Me resulta difícil hablar sobre estos temas tan espectrales. Más que nada porque, si ya entiendo poco del mundo de los vivos, no sé qué puedo aportar al de los muertos. Seguramente mi batería de preguntas sin respuesta. Como por ejemplo, en el caso de que una persona sea un fantasma durante toda su vida (esta frase, en sí, ya no tiene mucho sentido porque, o se es persona o se es fantasma. Pero bueno, continuaré de todas formas), ¿podemos poner en duda que alguna vez haya vivido? ¿Vivir como un fantasma es una forma de vivir la vida, o una forma de vivir la muerte? Y si eso es posible, cuando terminas de vivir la muerte, ¿qué sucede? ¿En lugar de morir, naces?

    Pero no me voy a estancarme con mis dilemas teológicos y me ceñiré a la prueba fotográfica. Si, como dices, César y tú mismo erais fantasmas, ¿cómo es posible que tu primo se colara en esa foto? ¿No es tú primo el que está en una dimensión que no le corresponde? Sin embargo, y volviendo a la premisa de que César y tú estáis tan vivos como tu primo, ¿sería descabellado pensar (esta frase tampoco tiene mucho sentido, pues, debido a mi incipiente alopecia, cualquier cosa que yo piense será irremediablemente descabellada, aunque también continuaré de todas formas) que la cámara tuviera un filtro mágico que elude la hermosura? O, ya puestos a confabular, no sería de extrañar que, por la época en que parecéis estar, uno de esos misteriosos filtros se instalara de serie en todos los dispositivos fotográficos de España, con la intención de censurar cualquier imagen donde aparezca un hippie o un progresista.

    Por último, y no por ello menos probable, no podemos descartar la posibilidad de que, por esas cosas que pasan, fuerais a comer una paella a un restaurante y te tragaras, así, sin darte cuenta, una estantería con sus libros incluidos. Cosas más raras me he encontrado yo en una sopa. De hecho, si te fijas en la foto, aún se puede observar cómo baja por tu gaznate uno de los tomos. El único problema que veo a esta teoría es que César nos tendría que confirmar si, efectivamente, su cámara es capaz de hacer mitad fotografía, mitad radiografía.

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    1. Ja ja ja ja, muy buenas tus observaciones descabelladas.
      Puede ser, puede ser lo que dices.

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  3. todas las historias que cuentas son por un motivo o por otro divertidas, interesantes o reveladoras, esta ademas esta acompañada de documentacion grafica que demuestra lo que dices. Flipo, ¿como he podido estar sin leer este blog antes?

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