miércoles, 25 de marzo de 2015

Plagio











Todos los que nos dedicamos a una labor creativa estamos expuestos a la ausencia de inspiración. Contamos con ese maldito inconveniente y lo asumimos, eso sí, como algo pasajero, pues sabemos que tarde o temprano acaba llegando una idea, aunque sea a base de trabajar, una vez que comprobamos con desolación que la inspiración divina ha vuelto a pasar de nosotros; tampoco importa que la idea sea mala. De hecho, una idea mala cumple su función, que consiste en torturarnos para seguir buscando otra que sea buena, o mejor aún, muy buena.
Pero también es cierto que hay plagiarios, gente sin escrúpulos que elige el camino más corto para tener una buena idea, que es, naturalmente, coger una que ya existe, pero… hay que distinguir, porque hay plagiarios y plagiarios.
De la misma forma que estar equivocado no te convierte en mentiroso, bastante tienes con decir una tontería, hacer algo que ya ha sido hecho anteriormente no te convierte en plagiario, bastante tienes con no estar al tanto  de todo lo que se hace. Es decir, tiene que haber voluntad, de mentir en un caso y de copiar en el otro, para poder hablar de una conducta reprobable.

A mí, por ejemplo, me encanta plagiarme. Unas veces lo hago conscientemente, a sabiendas de que estoy copiando una idea mía, y otras lo hago sin darme cuenta, sin querer aprovecharme de mí. Sí, me plagio a mi mismo, y he de decir que no me importa lo más mínimo. Mi “yo” plagiado no se siente usurpado, de modo que mi “yo” plagiario no tiene problemas de conciencia.
Pero resulta que el otro día leí un microcuento que me resultaba muy familiar, se parecía una barbaridad a uno que yo había escrito hacía mucho tiempo y eso ya no me hizo gracia. Lo he buscado y por fin ha aparecido en un disco del año 2007. Tengo que decir que encontrarlo me ha llevado varios días pues no me acordaba del título.
Pero… ¿quién iba a plagiarme? ¿Habrá sido casualidad? Recuerdo que a mí se me ocurrió la idea cenando con unos amigos porque alguien dijo una chorrada que me dio pie para convertir aquella pequeña chorrada en una chorrada descomunal. Descomunal, es un decir, ya que no pasaba de diez líneas, pues era para un concurso de microrrelatos.  Que no gané, maldita sea. Entonces, si no gané, ¿qué hace la misma idea ocho años más tarde circulando libremente por esa Internet de dios? ¿Me han plagiado inconscientemente? ¿Me ha plagiado a sabiendas alguien que lo leyó en su momento como parte del jurado? ¿Le plagié yo inconscientemente ocho años antes de que él lo escribiera? ¿Mi amigo, el que dijo la pequeña chorrada en aquella cena, estaba repitiendo algo que todavía nadie había dicho? ¿Se puede decir que yo plagié a mi amigo?

No sé, resulta todo muy extraño, y para terminar, voy a repetir una frase de Ortega que decía: copiar bien, también resulta original.




4 comentarios:

  1. Yo tuve un caso de plagio que me dejó perplejo. Hace años, escribí en mi blog un post sobre el escritor Cordwainer Smith. Mucho tiempo después, busqué con Google datos sobre Smith para no recuerdo qué, y encontré una bitácora en la que había un artículo sobre él. Ese artículo estaba copiado literalmente del mío, con algunos añadidos (pocos). Es más, en mi post mencionaba una anécdota personal relacionada con uno de los cuentos de Smith, y el otro bloguero la había reproducido como si fuera suya. Me cuesta entenderlo.

    Porque si mantienes un blog, digo yo, será porque quieres exponer tus ideas. Entonces, ¿qué sentido tiene plagiar, no solo las ideas de otro, sino el texto punto por punto? Es absurdo. La gente es muy rara.

    En cuanto a los plagios de ideas o argumentos..., bueno, es difícil juzgarlo. A veces no es plagio, sino casualidad. A fin de cuentas, todos pescamos en el mismo mar, así que no es extraño que se capturen peces iguales.

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    1. ya, ya me contaste lo del blog. En efecto hay gente muy rara, porque si te gusta copiar, cambia algo para que no se note, digo yo.

      sí, lo de la casualidad, por supuesto que eso ocurre, sobre todo en publicidad, en concursos, en los que todos tenemos el mismo Brieffing.

      Algún caso conozco.

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  2. Pues si que es curioso, porque si no fuiste premiado podemos deducir que ese microrrelato jamás salió a la luz. Entonces, se supone que muy poca gente tuvo acceso al texto. Pero, ¿está plagiado palabra por palabra o es solo la idea? Porque copiar el argumento, incluso el tono del relato, puede ser casualidad, pero no dejarse ni una coma sería la prueba definitiva. Si fuera así, puedes tomártelo como un halago. Piensa que a esa persona le han gustado tanto esas líneas que las ha hecho pasar como suyas. Y no creo que eso le suceda a todo el mundo. Aunque espero que al menos no ganara ningún concurso con tus palabras. O, pensándolo mejor, que lo gane, así sería mayor la adulación ¿no?

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    1. Bueno, no estaba copiado palabra por palabra, solo la idea, pero era la misma idea, no olvidemos que el cuento tenía diez líneas; una vez que tienes la idea, tienes todo, prácticamente.

      Sí, tienes razón, tiene algo de adulador que te copien, es una forma de extraña admiración.

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