domingo, 26 de octubre de 2014

Fatiga de materiales







No es necesario ser ingeniero ni especialista en resistencia de materiales para saber lo que es la fatiga de materiales. Todo el mundo se hace una idea, pero por si acaso, haré un ligerísimo apunte sobre lo que significa: una pieza se puede romper con cargas dinámicas repetidas, así, plaf, sin necesidad de que sean demasiado grandes. Es más, y aquí viene lo gordo y lo que hace de la fatiga de materiales algo que siempre hay que tener en cuenta: se pude llegar a la rotura con cargas (fuerzas) cíclicas, relativamente pequeñas, muy inferiores  a la fuerza puntual estática que sería suficiente para romper la pieza de una sola vez. En otras palabras, el mismo material soporta mucha más fuerza si la aplicas una vez, que si estás todo el rato jode que jode. Pues bien, la física, como ya se ha dicho repetidas veces en este foro, siempre es aplicable tal cual  a nuestras vidas cotidianas y sus leyes se  cumplen inexorablemente con la misma certeza, por lo que no tengo más remedio que declararme en estos momentos a punto de rotura.
Estoy harto: desde que me levanto hasta que me acuesto no paro de escuchar las mismas frases, una y otra vez, repetidas por diferentes personajillos de forma insistente y machacona, que actúan como fuerzas cíclicas sobre mi ánimo y mi paciencia, a punto, ya digo, de la rotura. Ya no puedo más.  Estoy hasta las narices de oír cómo todos los que tienen asuntos en los juzgados respetan la decisión de los jueces (estaría bueno que no). También todos dicen que hasta que no se pronuncien los jueces, ellos no tienen nada que decir. Estoy harto de las presunciones de inocencia. Harto de “está en manos de la justicia”, harto de  “estamos trabajando en ello”, harto de “yo no lo sabía”, “no era mi responsabilidad”, “si está tan seguro de lo que dice, póngame una querella”, “ese señor ya no pertenece a este partido”, “hasta que no se demuestre su culpabilidad…”, “caiga quien caiga”, “es una persona muy respetable”, “no es asunto nuestro”, “eso pertenece al ámbito personal”, “pueden creerme….”, “eso está sin demostrar”, “y qué me dice usted de los ere de Andalucía”, “si tiene que ser juzgado que lo juzguen”, harto de escuchar la frasecita que exonera de toda culpa: “todos los políticos son iguales”, “todos son unos sinvergüenzas”, harto de oír con fingida admiración: “este país saldrá adelante porque los españoles somos estupendos”, harto, completamente harto.

Y para mayor inri, también estoy hasta el colodrillo del sonido que hace mi teléfono cuando entra un guasap, o un SMS. ¡Dios, qué hartazgo!





6 comentarios:

  1. Nada más acabar de leer esta entrada me ha venido a la mente la última visita que hice a IKEA. Allí fui testigo de una estupenda demostración sobre la fatiga de los materiales. A través de una vitrina, pude observar cómo un artefacto abría y cerraba un cajón constantemente para demostrar que podía soportar hasta no sé cuantos millones de golpecitos antes de deteriorarse. Y existía un marcador que certificaba el número de porrazos que había recibido ese cajón en los cuatro días que llevaba en marcha el experimento. Como suele pasarme cada vez que veo aparatos electrónicos en funcionamiento, me quedé embobado mucho más tiempo del que desperdiciaría cualquier persona admirando su magia.
    Luego, mi lado macabro me ha hecho recordar que también existe (o existió en su tiempo) una técnica de tortura aparentemente inofensiva que consistía en dejar caer una gota de agua tras otra sobre un punto determinado del cuerpo. Si no recuerdo mal la denominaban La Gota Malaya. También basaba su eficacia en la fatiga, aunque en esta ocasión el material fuera la piel de un ser humano. Y, según dicen, el dolor que infringía a sus víctimas al cabo de las horas era insoportable.
    Pero más tarde, como si quisieran compensar tanta crueldad, mis pensamientos han dado un brusco giro hacia el humor, llevándome a recordar un chiste que me hizo mucha gracia y que, por no dejar a nadie en ascuas, voy a relatar.
    Dos carceleros conducían a un condenado a muerte hacia su triste destino. Al llegar a la sala donde iba a ser ajusticiado, el preso empezó a descojonarse. Sus verdugos, atónitos ante el inesperado cachondeo, le preguntaron las razones de tanta risotada. El reo, mirando hacia arriba comentó: "No, por nada. Sólo que nunca había visto una cámara de gas sin techo." A lo que le respondieron: "Sí, sí, ya veremos si te hace la misma gracia cuando empiecen a caer las bombonas de butano".

    Toda esta parafernalia la empleo para demostrar lo tonto (o sabio, que aún no estoy muy seguro) que es mi cerebro al proporcionarme argumentos disuasorios para evitar pensar en todas esas frases que has mencionado. Porque estoy seguro de que, si me paro a pensarlo, acabaría con el mismo o más hartazgo que el tuyo. Y eso, para su/tu/mi salud mental, no es nada bueno.

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    1. Sí, los ejemplos que has puesto de fatiga de materiales son muy buenos, sobre todo, con el de la gota china (o malaya, no sé), con ese, la idea te entra en la cabeza de maravilla.

      Y tienes razón, mejor es tomárselo con humor. como todo.

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  2. Certero comentario el tuyo, sin duda; todo eso que comentas me produce similar hartazgo. No obstante, y paradójicamente, tu entrada demuestra que hay materiales que nunca sufren fatiga alguna: los que emiten sin descanso, ni asomo de ruptura, las frases que has citado. Esos "materiales" no se fatigan jamás.

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    1. Completamente de acuerdo, es más, parece que se hacen más resistentes pues cada vez lo repiten (siempre la misma fórmula) con mayor entusiasmo. Son materiales ideales. Podíamos hacer trocitos con ellos y fabricar pernos, bulones, tornillos, cigüeñales, cuadernas para barcos y aviones,... sería un material impagable para cualquier ingeniero. ¿Qué este motor produce muchas vibraciones? se fija al ala con unos cuantos dedos de estos personajillos. Jamás soltarán la presa y aguantarán millones de horas de vuelo sin necesidad siquiera de revisiones.
      ¡Qué buena idea!

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  3. la idea de aprovechar el material con que estan hechos estos individuos me parece estupenda. Esos dedos que no sueltan la presa...jajajaj, seguro que tienen monton de aplicaciones para hacer puentes, barcos, cohetes...

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    1. Además, al ser un material tan abundante, saldría mucho más barato que ahora.

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