viernes, 21 de junio de 2013

Gente






Todos tenemos una percepción de nosotros mismos la mar de complaciente (salvo casos de atención siquiátrica), y tanto es así que nos distinguimos claramente del resto, refiriéndonos a los demás, como “gente”. La gente es un conglomerado biológico de proporciones variables que va desde un grupo extremadamente reducido (por ejemplo un par de vecinos con los que coincidimos en el ascensor), a la humanidad en su totalidad (tanto vivos como los que están muertos y remuertos). En cualquier caso, nosotros siempre nos excluimos de ese conjunto al que llamamos gente (con desdén y algo de arrogancia, sí), pero somos los únicos, porque hay varios miles de millones de personas para los que la gente somos nosotros, demostrando claramente su desacuerdo con nuestra valoración. Es obvio que estamos en franca minoría y es terrible, porque una vez que te das cuenta de este hecho estás perdido. A mi me pasó hace bien poco y desde entonces no doy pie con bola (extraña locución que utiliza la gente sin saber por qué dicen eso).
Todo ocurrió en la cola de la charcutería esperando mi turno para comprar unos chorizos criollos. Entonces me fijé en un sujeto calvo y con polo de Fumarel que estaba delante de mi jugando con su numerito del turnomatic, tal como yo hacía con el mío convertido ya en un rulito con infinitas posibilidades de estúpido entretenimiento. Hasta aquí todo estupendo pues mi rulito era infinitamente mejor que el suyo, pero de repente se dio la vuelta y me miró como si yo fuera gente. Con desdén y algo de arrogancia, sí. En una fracción de segundo  pasé de ser el centro absoluto del universo a una insignificante mota de polvo perdida en… la gente. No me gustó nada aquella mirada y de no ser por mi exquisita educación, hubiera saltado sobre él sacudiéndole con un enorme salchichón de Vic que se encontraba momificado sobre el mostrador. Luego me fijé en una pareja que cuchicheaban entre ellos y de cuya conversación pillé un fragmento que aumentó mi desasosiego. No entiendo, le decía él a ella, como la gente puede comprar chorizos criollos con lo ricos que están los de Cantimpalos.
Precisamente se referían al sujeto calvo con polo de Fumarel que acababa de pedir chorizos criollos, pero yo también me sentí aludido. Por cierto, el muy bribón se llevó todos los que quedaban por lo que yo no tuve más remedio que conformarme con los de Cantimpalos y me sentí mucho más gente que antes. De hecho sigo sin entender como la gente prefiere cualquier chorizo que exista al criollo, perfecto en su sabor, equilibrado en los matices de especias y con una textura que solo un secado perfecto puede proporcionar. En fin, la gente hace cosas muy raras y ahora que yo también soy gente, no me queda otro remedio que empezar a hacerlas también.
Empecemos por los chorizos.






11 comentarios:

  1. te estaba esperando. me gusta ese intento de modestia democrática, pero es indudable que aunque todos seamos gente, hay gente y gente, ¿no?

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    1. sí, eso es como lo de que todos somos iguales, pero unos más iguales que otros, ¿no?. Pues no, resulta que todos somos gente. En matemáticas es lo que se llama una aplicación suprayectiva (creo recordar): a cada elemento del conjunto A le corresponde la totalidad de los elementos del conjunto B, y a cada elemento del conjunto B le corresponde la totalidad de los elementos del conjunto A. Piénsalo durante unas semanas y luego me comentas tus conclusiones para ver si consigo aclararme yo mismo.

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  2. Aqui uno orgulloso de ser gente. Bueno, más que de serlo, de creerlo. Aunque, al igual que los chorizos, cada uno tengamos nuestras características.
    Ah! Y para chorizo, la chistorra.

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    1. me gusta esa comparación: somos como chorizos; unos más secos, otros más picantes, algunos muy sosos, otros muy rojos,... mola, gracias.
      La chistorra está rica, si, sobre todo en bocadillo que unte bien la grasaza en el pan.

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  3. Gente y chorizos, ¡qué buenas piezas!
    Aunque hay gente y gentiles, que es como llamaban los judíos a 'los otros'.
    Por mi parte y puestos a segregar los chorizos, prefiero llamar hijoputas a tantos chorizos como existen entre políticos y empresarios.
    Porque los comunes de los chorizos de toda la vida eran, mayormente, desgraciados a los que les habían pillado con algo de quincalla ajena.
    A mí el chorizo, de comer, comme si, comme ça, yo soy más de morcillas. Lo que me adornan son lorzas

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    1. ¡no hay pan para tanto chorizo!, como se oye en cualquier manifestación que se precie. et c'est vrai, mon ami, sour tout parmis les politiciens et hommes d'affaires, comme vous l'avez dit.

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  4. No importa ser gente, siempre y cuando tengas muy presente que los demás son gentuza. Exactamente lo que vas a ser tú si esta noche no traes a la BBQ unos suculentos chorizos criollos.

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    1. ¿te refieres a esa BBQ a la que va a ir tanta gente? No te preocupes, seguro que aparece el calvo con el polo de Fumarel con un montón de chorizos criollos. Yo llevaré los de Cantimpalos, que lo mismo también están ricos.

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    2. P.S. ¡acuérdate del vino!

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    3. Podríais invitar a una BBQ de esas, gentecilla de buen vivir.

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    4. Pues con sumo placer, bella flor, pero yo iba invitado, igual que César (Invitado pero llevando chorizos, ojo). Eso de gentecilla me ha molado, mira tú.

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