miércoles, 6 de febrero de 2013

Mi abuelo menguante



Mi abuelo esperaba todos los años la llegada de la primavera con verdadero entusiasmo. No era algo nuevo, aparecido con la edad, sino que le había pasado siempre, desde que era niño. O al menos eso era lo que me contaba a mí, que siempre le había gustado muchísimo la primavera. Quizá por eso lo sintió tanto cuando un año ocurrió algo insólito: no hubo primavera. No es que se alargara el invierno, o entrara antes el verano, no; sencillamente ese año tuvo sólo nueve meses y justo los tres que faltaron eran los correspondientes a la primavera. Mi abuelo, como os podéis imaginar, se llevó un disgustazo enorme, pero qué iba a hacer el hombre. Lo curioso del fenómeno es que así volvió a suceder al siguiente año y al siguiente, de modo que a partir de entonces los años se sucedían sin primavera. Años de nueve meses, justo lo que dura la gestación del siguiente.
Mi abuelo, que era una persona muy adaptativa con un gran sentido práctico, empezó entonces a disfrutar con mayor entusiasmo del verano, y cuando ya estaba prácticamente acostumbrado a tener sólo tres estaciones, de repente llegó un momento en que tampoco hubo verano. Pasó lo mismo que cuando desapareció la primavera, no quedó ni rastro. Sólo seis meses  y hala, ya estaban celebrando la llegada del siguiente año, que como era de prever, también pasó directamente del invierno al otoño. Y pasaron muchos años que eran medios años cuando finalmente sucedió algo que ya estaba esperando mi abuelo: años de tres meses. Sólo invierno. Hasta que llegó un día, bastante frío, claro, en que también desapareció el invierno, con lo que a mi abuelo no le quedó otra salida que morirse.
Y así vive desde entonces, completamente muerto, pasando años que no existen.


5 comentarios:

  1. Claro, con un abuelo así, todo se explica. Me refiero a las cosas que te pasan y cómo las cuentas. Mola ))))

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  2. A mí no me mola, como dice ese anónimo. Me parece muy triste. Aunque eso de que vive desde entonces, completamente muerto, me abre una puerta a no sé donde... Cuéntamelo.

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    1. Mmmm, complicado y espinos asunto. Déjame que lo argumente debidamente y te cuento...

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  3. No se si serà por mi estado de ànimo pero me ha encantado

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