domingo, 9 de noviembre de 2025

De la Almudena (la Virgen)



 

Hoy es el día de la Almudena, patrona de Madrid, y se celebra mañana además de hoy, por aquello de que se celebra mejor sin ir a trabajar.

Últimamente, y quizá como consecuencia de los años acumulados a mis espaldas, me he vuelto tremendamente utilitarista. Ojo, utilitarismo bien entendido, que es ajeno al egoísmo y tiene más que ver con la filosofía. Yo soy así.

Sea como fuere, como buen utilitarista, me pregunto para qué sirve una patrona (o un patrón, en el sentido de santo titular de un lugar). La respuesta está en la propia definición de santo patrón (o santa patrona, que en estos casos el papel lo cubre una virgen que es más que santa). Es decir, su papel es el de protector de la ciudad que patroniza.
Pues ahí va, como protectora de Madrid, le voy a pedir a mi patrona unas cuantas cosas:

-Qué las calles estén más limpias, porque lo que es ahora, su limpieza deja mucho que desear.

- Que se cumpla la ley sobre los pisos turísticos, porque lo que es ahora, proliferan los ilegales (más de 15.000 que se dice pronto).

- Que deje de ser una ciudad tan ruidosa, sobre todo en los lugares con terrazas, es decir, la totalidad de las calles de Madrid, porque lo que es ahora, los vecinos se dejan una pasta en benzodiazepinas y otras sustancias malísimas, para poder dormir.

-Que no se acometan todas las obras al mismo tiempo, y las que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha paralizado, se respete su decisión en lugar de apelar y apelar con el consiguiente estancamiento y eternización de las molestias.

-Que se tenga en cuenta la opinión de los vecinos a la hora de organizar conciertos, carreras de coches F1, mascletás, de profunda tradición local (Localidad Valencia) y otras monsergas.

-Sea más tolerante y menos paleta.

-Que las aceras vuelvan a ser lugares para pasear, porque lo que es ahora, son lugares para tomar una caña y unos pinchos, en general, espantosos.

-Dejen de hacer tonterías en la Puerta del Sol.

-Funcione correctamente el trasporte público. O al menos, no tan deficientemente.

... seguiría enumerando mis peticiones, pero todas se pueden resumir en una sola: yo pediría a la patrona protectora de Madrid, otro alcalde.

Prometo una ofrenda floral que llevaré devotamente a la explanada de la Catedral de la Almudena, su Catedral, de cumplirse buena parte de mis súplicas.
Amén.







viernes, 24 de octubre de 2025

A principios de año

   



No entiendo por qué los años empiezan el uno de enero en lugar de hacerlo el uno de octubre. O ya puestos, el tres de octubre, que era cuando empezaban las clases en el colegio. Todos los de mi generación fijamos como origen de las actividades anuales en el uno de octubre. O el tres. También las editoriales, que es el momento en que lanzan sus revistas coleccionables, o eso hacían cuando había kioscos. Pero me da igual, la cosa no va de eso, sino de esto otro:

   Todos los años, a principios, es decir el uno de octubre o el tres, es cuando me hago mis chequeos de salud. Análisis y esas cosas en las que no voy a profundizar. Por lo visto no soy el único, según me dijo una enfermera mientras me sacaba sangre como para hacer un kilo de morcillas. En estas fechas de inicio del año, es cuando nos acordamos de que tenemos cuerpo y que conviene mirarse los niveles de todo lo que le hace funcionar correctamente. Luego, con los resultados, vas a los especialistas y resulta que no hay fechas por los mismos motivos. Peo me da igual, la cosa tampoco va de eso, sino de esto otro:

   Este año, a principios, como todos los anteriores, cumplí con el ritual descrito y ya me han dado los resultados. Tengo todo, absolutamente todo, con unos niveles de máxima perfección. No sólo no tengo nada por lo que preocuparme, sino que mis resultados son para felicitarme efusivamente por tener semejante cuerpo. Tan solo, en uno de los informes, al final, aparece una nota discordante con el resto. Cito textualmente: Se recomienda vigilar la ingesta de grasas saturadas, dado que su consumo excesivo podría resultar contraproducente en individuos muy jóvenes

   Tengo que añadir que el documento viene encabezado por el nombre del paciente. Pertenece a Ana María Morales. Vale, no soy yo, y con tanto ajetreo en estas épocas del año, es fácil que se produzca un error, pero me da exactamente igual. Me lo quedo como mío. Eso sí, procuraré tener cuidado con la ingesta de grasas saturadas.



lunes, 13 de octubre de 2025

Intimidades

   Hacía tiempo que Marcos y yo no hacíamos un nuevo IN hasta que la semana pasada volvimos a la vieja costumbre animados por fieles seguidores.



  En esta ocasión merece la pena ver el trabajo de formación de uno de los dibujos de Marcos desde cero. Es una gloria verlo. No seáis perezosos y miradlo, merece la pena.


ESCUCHADLO Y CONTEMPLADLO AQUÍ











lunes, 14 de julio de 2025

El perro que dijo miau

 



Supongo que alguno de vosotros, queridos lectores de La tertulia perezosa, se ha dado cuenta de que aquí, a la derecha, en la columna dónde aparecen mis libros, hay uno nuevo. Ahora es imposible no fijarse, de modo que ya sabéis todos que existe un nuevo libro, que se llama El perro que dijo miau, y que pertenece al género de literatura infantil.

El  protagonista se llama César y es un perro, como mi gran amigo a quién está dedicado el libro. No, mi amigo no es un perro, pero se llama César y está dedicado a él, porque sin él, ese libro no estaría ahí arriba, dónde lo veis ahora. 

El libro existe por César; por César amigo, no por César perro, aunque también.  Y por Bufón, el otro protagonista de la historia. Estará a la venta en septiembre y de momento me ha hecho muy feliz a mí. Y a César, tanto amigo como perro. Dentro de un par de meses, también hará felices a todos sus jóvenes lectores. Estamos todos seguros, César, César, Bufón y yo.














lunes, 12 de mayo de 2025

El apagón y otras celebridades.





El apagón que hemos vivido hace nada, a mí por lo menos, me ha hecho pensar sobre la vida y también sobre Víctor Hugo.

Empezaré diciendo por qué me ha hecho pensar sobre la vida y lo de Victor Hugo lo dejo para el final.

Hace mucho tiempo leí que para medir cuán avanzada era una civilización, había que fijarse en la energía que necesitaba para mantenerse en funcionamiento. Esa definición no encajaba con mi forma de ver las cosas, pero yo no había escrito el artículo, de modo que no tenía por qué coincidir con el autor. 

Seguí leyendo pues tengo como norma leer opiniones contrarias a las mías, para llegado el caso, reírme de ellas o tenerlas en cuenta. Ambas opciones muy aprovechables. 

Pero no me reí en absoluto. Decía que nuestra actual civilización en un solo día consumía la misma cantidad de energía que el Imperio Romano en toda su historia. Lo que no recuerdo es si incluía también el Imperio Romano de Oriente que permaneció hasta 1453. Pero da igual, para captar la idea, sirve perfectamente.

Ahora voy más lejos. La energía que consume cualquier animal, es utilizada íntegramente en mantenerse con vida. Nosotros también. Creamos energía para consumirla y su consumo nos permite vivir según nuestras necesidades. Si nos falla esa energía, ya no podemos mantener esa vida; morimos bien muertos... aunque podamos resucitar en otra vida. Sí, en otra que no tiene nada que ver con la que teníamos, una muy distinta. Una vida que ni nos atrevemos a imaginar cómo sería, pero sabemos que íbamos a sufrir muchísimo, de eso no cabe ninguna duda. 

Una vez más se hace cierta la frase, "en la grandeza se esconde la miseria", pues en la gran vida que nos damos, con nuestros trenes de alta velocidad, aviones, ordenadores y teléfonos que sustituyen a nuestros cerebros,  aire acondicionado para que no se sobrecalienten, esprimelimones eléctricos, que ya me contarás tú, y cualquier cosa que veas a tu alrededor... Todo eso es nuestra mayor debilidad. Es nuestro punto débil. Una patada ahí mismo y caeremos fulminados retorcidos por el dolor. No es necesario explicar más la analogía.

Y lo que hemos vivido hace un par de días no ha sido un apagón, más bien ha sido un apaguín. Ná, no ha sido ná. Ni ha dado tiempo a que se descongelen los canelones listos para calentar en el microondas que teníamos para no cocinar el domingo.

En fin, ya solo queda lo de Víctor Hugo.

 Victor Hugo decía que la felicidad es un relámpago entre dos eternidades de oscuridad. Algunos piensan que esa es la definición perfecta para el orgasmo, pero esa es otra cuestión en la que prefiero no entrar. Ya hablaremos en otro momento de los orgasmos y de cómo iluminan la vida.



TAMBIÉN SE PUEDE ESCUCHAR EN EL CANAL INSTANTES NARRATIVOS.

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domingo, 4 de mayo de 2025

Todo dentro de un desorden



Tengo que confesar que soy un desordenado de tomo y lomo.¿Estoy contento con mi actitud desordenada? Pues sí y no. Me gusta el desorden pero admiro el orden. Me gusta lo que tengo y admiro lo que no tengo. Por esta razón, después de ver el despacho de un amigo mío, que lo tenía todo muy ordenadito, me entraron unas ganas irresistibles de ordenar yo el mío. Pura envidia. Y así hice. 

Cuando llegué a mi casa estuve más de cuatro horas, imagínense cómo estaba, poniendo orden en el desbarajuste. Hasta limpié el polvo de las estanterías, algo extremadamente tedioso. Al final, me senté satisfecho a ver el resultado. Me quedé impresionado, mi despacho estaba irreconocible. Pues qué bien, me dije. Y me fui a la cocina a tomarme un vino blanco, me lo había ganado.

Tengo que decir que el resultado me gustó tanto que en los siguientes días fui extremadamente cuidadoso en mantener el orden que tanto esfuerzo me había costado conseguir. Pero algo terrible ocurrió: a la semana siguiente todo estaba nuevamente desordenado. 

Me pregunté extrañado cómo había sido posible, si mi empeño en mantener el orden no había disminuido. Lo volví a ordenar, pero el fenómeno se repitió y por la mañana, todo volvía a estar manga por hombro. Entonces hice algo realmente heroico: puse de nuevo cada cosa en sus sitio, expresión que siempre he odiado pues no creo que las cosas tengan un único sitio. Y volvió a suceder: todo desordenado una vez más. 

Lo volví a ordenar, no me iba a dar por vencido, pero en esta ocasión, me escondí detrás del sillón a ver qué pasaba, quería descubrir por qué diablos mi despacho no podía mantenerse en orden. 

Lo que vi, era justo lo que me imaginaba. Misteriosamente,  sobre mi mesa de trabajo, empezaron a aparecer cosas que antes no estaban allí. Un montón de libros salieron de las estanterías y se repartieron por diferentes lugares: encima del sillón en el que yo estaba escondido, casi me ven; al lado del ordenador, sobre un cajón gitano que tengo, encima del aire acondicionado, en el suelo, detrás de la puerta, sobre mi teclado Yamaha... luego se abrió el armario y empezaron a salir objetos de todo tipo, barajas de cartas, tinteros, cinta americana, una grapadora, mis gafas de realidad virtual, dos giróscopos... cada cosa se iba colocando donde mejor le parecía, y mientras mi despacho se llenaba, yo me vaciaba de toda esperanza de ser una persona ordenada.

Al final mi despacho volvía estar como siempre. Un desastre. Pero al menos ya sabía por qué.