jueves, 29 de mayo de 2014

Feria del libro de Madrid









Todos los años por estas fechas me pasa lo mismo: se me parte el corazón. La culpa la tiene la feria del libro, que me produce sentimientos contradictorios, con el resultado de que no voy.  Me gustan los libros pero no me gustan las ferias. Será porque a las ferias va mucha gente, demasiada. Para mí, buscar, rebuscar, hojear, mirar y toquetear libros, requiere cierto aislamiento, es un placer íntimo que es más placer cuanto más íntimo. Incluso agradezco el silencio. Por eso me gusta meterme en las librerías cuando menos público hay, es entonces cuando más disfruto. Y la feria del libro del Retiro, en Madrid, es precisamente todo lo contrario, tanto que hacer lo mismo delante de tanta gente me parece hasta un poco obsceno, si seré rarito.
Curiosamente, esto no me ocurre con la feria del libro antiguo del Paseo de Recoletos.  Todos los años voy, por lo menos una vez. También es cierto que acudo movido por un afán de coleccionista, y para satisfacerlo, nada mejor que las ferias. Hago colección de libros científicos y técnicos, cuánto más antiguos, mejor, y más caros, claro, pero eso es harina de otro costal.
Y según digo esto, me pregunto cómo serán las ferias del libro dentro de unos cuantos años, y me respondo que todas las ferias serán ya, del libro antiguo, por lo que entonces no me perderé ninguna. No me imagino, más que nada porque no tiene sentido, una feria de eBooks. 
Sí, eso es a lo que vamos, nos guste o no. Sin darnos cuenta, de una manera sutil, casi oculta,  nos estamos digitalizando en todo lo que hacemos. Alguien nos está digitalizando. Incluso nosotros mismos, nuestros cuerpos me refiero, también se están digitalizando. Nos estamos reduciendo a ceros y unos, que es la mínima expresión de todo.  Yo cada vez veo más ceros andando por la calle, y de vez en cuando, algún uno que destaca entre tanta nadez. Mucha gente está aún en proceso y los hay que se les ve claramente que van camino de acabar siendo orondos ceros, y otros, los menos, en estirados unos.
El que no me crea que se pase por la feria del libro del retiro de Madrid uno de estos días, a ver si no.


Y ya que estamos de feria, yo también voy a vender mi novela, El Ladrón de Nubes. Arriba a la derecha, podéis ver el libro y si pincháis encima, ¡zas!, lo podéis comprar.  Sin hacer colas ni aguantar aglomeraciones. No se puede pedir más. De hecho, aunque sea una tontería, ahora mismo yo me voy a comprar un par de ejemplares, a ver si quedan.




miércoles, 21 de mayo de 2014

Europa y no sé qué






El día 24 son las elecciones a no sé qué de Europa. No, perdón, ese día es el partido entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid para disputar la copa de la Champions (vaya nombre hortera para una copa), donde los “hastags” (este nombre es aún peor) para apoyar a cada equipo son #HalaMadrid o #AupaAtleti. Se juega en el estadio Da Luz en Lisboa y el Cholo Simeonoe se las verá con Ancelotti, cada uno con su alineación, cuyas bajas ya conoce todo el mundo y yo desde luego no voy a repetir. Además, nuestro presidente (me refiero al del país, no al del equipo) irá, porque según él, es parte de su trabajo.
Un momento, un momento, gritará un exaltado, ¿cómo que es parte del trabajo del presidente (del país) ir a la final entre dos equipos en un partido que no es ni de la Copa del Rey, ni de la Liga Española?  Si fuera la selección podría llegar a entender que fuera parte de su trabajo, pero así, de ninguna manera… ¿iría también si la final se jugara entre El Logroñés y El Numancia? Hombre claro, el trabajo es el trabajo. Ya.
Entonces, si el partido es el 24, las elecciones a no sé qué son el 25. Tenemos que votar, eso está claro, pero lo que no está nada claro es para qué. ¿Cuáles son los programas que presenta cada partido? Y  no solo los nuestros, sino los de los otros países europeos para ver si podemos hacer algo para equilibrar. ¿De estas elecciones qué va a salir y qué consecuencias va a tener? ¿Tendrán incidencia en el terreno legislativo? Por ejemplo, ¿existe la posibilidad de que no prospere la reforma del aborto por anticuada, machista  y meapilas, y no ser aceptable en una Europa moderna? Más preguntas: ¿Cuáles serán sus consecuencias en los grandes acuerdos comerciales? ¿Será determinante para decidir el presupuesto de la Unión Europea? ¿Nos darán pasta (esta pregunta tarde o temprano tenía que salir, además, formulada así) para, por ejemplo,  apoyar los derechos de la mujer, aunque gane Cañete y olé?
En fin, que de la misma forma que lo del fútbol está clarísimo, que hasta yo, que no me interesa lo más mínimo conozco cada detalle, de esto de las elecciones a no sé qué, no pillo una.
Bueno, sí, solo tengo una cosa clara, muy clara después de escuchar el otro día lo único que parece ser interesante de las elecciones a no sé qué: hay que impedir que ese babuino gane por la sencilla rezón de que sería una vergüenza para todos los españoles ver que su representante al Parlamento Europeo es semejante mandril. Sí, ya sé que es el mejor y que su superioridad intelectual está fuera de toda duda y que cuenta con el voto de todas las mujeres, sumisas, eso sí, de su partido que parece que ninguna se sienta aludida. Todo eso es cierto, pero aún así, preferiría que no saliera de su pueblo. Estrasburgo le queda lejos y muy grande.
Por cierto, no puedo evitar que mi alma de publicitario aflore de vez en cuando regalando bonitos eslóganes, claims o titulares de campaña, así que le brindo el siguiente al PP que espero sepa aprovecharlo:

¡EUROPA, CAÑETE Y OLÉ!

Última hora: parece ser que cañete y olé ha pedido rápidamente disculpas por sus declaraciones de hace 6 días, y según una mujer intelectualmente superior como él, ha dicho que sigue siendo el mejor y que pedir disculpas le honra. La mujer es Ana Botella.


Artiblog relacionado: La Fraternidad de Babel 



miércoles, 14 de mayo de 2014

Vida inteligente








El ordenador de muñeca revisó la composición del aire, como hacía cada diecisiete segundos, y en esta ocasión recomendó con un lacónico mensaje de voz el uso de la máscara AD (antidead). PedroH21 hizo caso y se la puso inmediatamente, satisfecho de haber mandado que la revisaran hacía apenas una semana, pues aunque nunca pasara nada, últimamente las autoridades estaban advirtiendo de que los niveles de SPPCT (sustancias peligrosas para casi todo), estaban subiendo de forma alarmante en la ciudad donde PedroH21 vivía.
Tenía un trabajo estupendo en una de las plantas recicladoras y aunque no tuviera vacaciones en todo el año, apenas llegaban a las diez horas diarias la duración de su jornada laboral. En realidad, el hecho de tener trabajo era ya una gran suerte de la que tan solo una parte muy pequeña de la población podía disfrutar.  Había terminado sus estudios con unas notas brillantes, y aunque el esfuerzo había sido enorme, la recompensa era aún mayor. Hizo una carrera que en realidad no le interesaba en absoluto, más bien le desagradaba,  pero era la que le habían recomendado cinco años antes en el Instituto para la Colocación, y todo el mundo sabe que lo que te recomienda el IC, es lo que hay que hacer sin plantearte otras opciones.
PedroH21 cogió su vehículo, un viejo autodeslizante de hacía un par de temporadas, pero aún en buen estado, y se dirigió a su nicho en una de las mejores zonas de la ciudad. Tenía casi seis metros cúbicos de espacio, y daba a una de las calles más frecuentadas, con vistas a un edificio de nichos totalmente moderno que apenas hacía ruido por la noche, con lo que había veces que podía dormir sin necesidad de tomarse un par de pastillas de OPM (estas siglas corresponden a complicadísimas sustancias químicas, sintetizadas en prestigiosos laboratorios, que permiten mantenerse con vida en ambientes en los cuales tal cosa es una remota posibilidad, y además, conciliar el sueño cuando todo tipo de frecuencias conocidas y desconocidas andan revoloteando a tu alrededor). Una vez que llegó pudo descansar con toda comodidad después de darse un buen homenaje en la cena a base de dos tabletas de la conocida Foodgreen, la mejor marca de ECPNMD (elementos comestibles para no morirse desnutrido). Después, enchufó su ordenador de pulsera en la salida de TSS (telesueños sintéticos), y antes de dormirse pensó en la suerte que tenía por pertenecer a la especie animal más inteligente del planeta. En realidad, era la única que quedaba.



                                                                          FIN 




martes, 13 de mayo de 2014

injurias y desavenencias








Ayer asesinaron a tiros a la que fue, entre otros importantes cargos, presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco. Dios la tenga donde se merezca, que para eso es dios y por tanto infinitamente justo. Yo, sin ser tan justo, lamento que alguien esté tan ofuscado, cabreado, indignado, encolerizado, enajenado, decepcionado, perturbado, etcetereado, como para pegar cuatro tiros a otra persona. Es terrible y jamás debería haber ocurrido. Todo parece indicar que la víctima tenía muchos enemigos, no solo los que fueron sus verdugos, y por tanto, a la hora de su muerte no todo el mundo la ha llorado de la misma manera. Incluso habrá personas que se han llevado una alegría y esto, aunque sea abominable,  es algo con lo que un personaje que se dedica a la política debe contar y nadie debe escandalizarse porque así suceda; no es el primer caso en que alguien celebra que la espiche el poderoso que te ha hecho la vida imposible. Es humano y comprensible, no todo va a ser “era una bellísima persona que supo granjearse la simpatía y cariño de cuantos le conocieron”, fórmula políticamente correcta, usada y abusada en cada entierro.
Esto, que resulta evidente para todo el mundo, no lo admite el ministro del interior, Fernández Diaz, que ha dado orden (madre mía, si es que da hasta miedo) a la policía y la guardia civil para que investigue y, en su caso, lleve ante la justicia las decenas de mensajes injuriosos que se propagan por las redes sociales, sobre la muerte de su presidenta en León. Lo voy a repetir: el ministro ordena investigar los mensajes de Twiter por si hay delito. Caramba, yo creo que aquí el ministro, una vez más se ha excedido en su pretensión de limitar la libertad de expresión, la libertad de sentimientos y la libertad de que cada cual lamente o se alegre de la muerte de quien le venga en gana. ¿También habrá puesto micrófonos ocultos en el entierro para detectar desafectos a Carrasco? Ya puestos, también vale. 
Una concejala de Vilagarcia de Arousa, escribió en Face Book: “no voy a comentar pero quien siembra vientos recoge tempestades”. Su partido, el PSOE, le exigió la dimisión inmediata por su comentario, y ella ha aceptado la decisión y ya ha entregado el acta. Además ha pedido disculpas públicamente, también a través de la radio; ha pedido disculpas a la familia de Carrasco, al PP y al PSOE. Ahora le queda lo peor: la condena de nuestro opusiano ministro del interior, a cuyos ojos espero que jamás llegue este blog, porque algo encontrará para empurarme también a mi.

Y otra cuestión importante, quizá la más importante de todas: exijo que esta orden de rastrear las redes sociales se mantenga, como mínimo, hasta que yo me muera. ¿O  a caso, el ministro vería con buenos ojos que a mi muerte todo el mundo al que le caigo mal me pusiera a parir? Si a Isabel Carrasco se le garantizan comentarios elogiosos de su persona y obra, no veo por qué no hemos de tener el mismo derecho el resto de españoles. Solo se muere una vez.



NOTA ACLARATORIA: este artiblog lo he escrito a raíz de haber leído la noticia de que el ministro del interior había puesto a la policía y guardia civil a buscar en Twitter y Facebook comentarios que fueran injuriosos sobre Isabel Carrasco, lo cual me sigue pareciendo una medida desafortunada. No obstante, he de decir que no había leído ninguno de los comentarios que se han escrito; ahora, por curiosidad, he estado leyendo algunas de las cosas que aparecen y he de decir que son simplemente impresentables y de una gran bajeza moral. Nadie debería escribir cosas así y menos de forma anónima. No tienen defensa de ningún tipo: una cosa es declararse enemigo y otra las barbaridades que aparecen.

para más de lo mismo, ver: La Virgen censura Twitter











viernes, 9 de mayo de 2014

La táctica del camaleón






Papá camaleón miró con cariño a su pequeñín pensando que ya era hora de dejarle salir al mundo exterior. Ya había crecido lo suficiente para desarrollar su sistema de supervivencia, el mejor que existía,  pero antes tenía que enseñarle cómo funcionaba.
   -Verás –le dijo al tiempo que lanzaba su lengua contra un moscardón despistado que engulló rápidamente-, para sobrevivir no basta con comer, también tienes que evitar que te coman.
Entonces, empezó a andar por la habitación en la que había una pared pintada de rojo y otra de azul, con pasos lentos y renqueantes. Según hacía el recorrido el color de su cuerpo cambiaba de acuerdo con el color que tenía detrás.
    -¿Ves?, mi color cambia según el entorno en el que me encuentre, de modo que me hago invisible a los ojos de mis depredadores –hizo una pequeña pausa para que el efecto fuera evidente-. De esta forma evito ser comido,  ¿qué te parece?
El pequeño camaleoncín no estaba muy seguro, por lo que papá camaleón buscó otra forma de convencerlo.
    -Te advierto que este sistema es insuperable, tan solo el pulpo, uno de los animales más inteligentes que existe junto con el camaleón, tiene algo parecido.
    -Ya, pero ¿no sería mejor tener unos grandes colmillos y unas garras bien afiladas?
Papá camaleón se esperaba esa pregunta y tenía la respuesta preparada, la misma que en su momento le dio su padre cuando preguntó lo mismo hacía ya mucho tiempo.
    -En absoluto. Si tienes armas, estarás obligado a luchar, y seguro que en algún momento te encontrarás con un enemigo más fuerte que tú. Sin embargo, si eres invisible, siempre serás el vencedor sin sufrir ningún rasguño.
El pequeño camaleoncín seguía sin estar del todo convencido.
    -¿Y qué tal tener unas piernas muy fuertes para correr a toda velocidad y así no tener que luchar?
    -Con unas piernas como las que dices, puedes correr a gran velocidad, sí, pero entonces necesitarás comer mucho para tener la suficiente energía, y de todas formas tarde o temprano te llegará el cansancio, por lo que no podrás volver a correr si eres de nuevo atacado –hizo otra pausa, esta vez ya un poco harto de tanta explicación-. Te aseguro, pequeño camaleoncín tocapelotas, que el mejor sistema para sobrevivir es cambiar de color. Si estás en un fondo rojo te pones rojo, si estás en uno azul te pones azul, si es verde tú eres verde, si amarillo… creo que no es tan difícil, ¿no? todo lo que tienes que hacer es fijarte bien y hacer el cambio oportuno.
Con gran resolución abrió la puerta de la madriguera y con un gesto le indicó a su hijo que saliera.
    -Anda, venga, ya puedes salir sin ningún peligro ahora que sabes cómo sobrevivir –hizo otro intento de calmar a su hijo- . ¿No te fías de tu padre?
El pequeño camaleoncín miró a su padre con expresión de “mejor pregúntame otra cosa” y finalmente salió al mundo exterior, no demasiado convencido. Cada paso que daba lo repetía con un pronunciado movimiento de vaivén que le hacía parecer indeciso y titubeante, cuando la verdad es que sencillamente estaba cagado de miedo.
Papá camaleón le acompañaba a muy poca distancia observando cómo cambiaba de color según iba pasando por distintos entornos.
Llegaron a una zona en la que había varios gatos, dos búhos reales, tres zorros, un perro y dos niños coleccionistas de animales, en la que el único color presente era un verde intenso, sin matices. Entonces, el padre de la criatura se dio cuenta de que el daltonismo, también era algo que podía sucederle a un camaleoncito.





jueves, 1 de mayo de 2014

Mis personajes famosos- 1








Carlos Peralta, poeta, profesor de latín, coleccionista de sellos y alguna otra cosa igual de inútil que no recuerdo, cuando se emborrachaba, lo cual sucedía con notable frecuencia, se convertía en una auténtica bestia. Podía despedazar con sus manos a quién se pusiera por delante, solo necesitaba, además de la ayuda del alcohol, una razón que le moviera a la acción. La única razón que existía era no caerle bien.
No soportaba a cierto tipo de personas: Aduladores, banqueros, soldados (especialmente paracaidistas), periodistas (especialmente deportivos), mentirosos, timadores, aprovechados, pederastas, curas (los curas pederastas se llevaban doble paliza), fanáticos del futbol, y sobre todo, por encima de todos los grupos anteriormente mencionados, no toleraba a los admiradores de Arturo Pérez Reverte. Es que Arturo Pérez Reverte me pone enfermo, sentenciaba sin separar los dientes, antes de liarse a mamporros con el desdichado que aseguraba haber disfrutado leyendo Alatriste.
En una ocasión en que estaba compartiendo unas botellas de vino con otros parroquianos y la influencia del alcohol ya era evidente, entró en el establecimiento el mismísimo Arturo Pérez Reverte. Todas las conversaciones se fueron apagando según la gente se iba dando cuenta de quién era el visitante y el camarero corrió a parapetarse detrás de la barra. Todo el mundo, como si fuera una película del oeste, se echó a un lado dejando un enorme pasillo de silencioso vacío entre Arturo Pérez Reverte y el poeta Carlos Peralta. Las dos miradas se cruzaron, una asesina y la otra con incierta placidez. Se acercaron silenciosamente estudiando cada uno los movimientos del otro. Lentamente, el poeta se dio la vuelta sabiendo que algo iba a pasar.
El poeta, profesor, coleccionista de sellos, y por cierto, también jugador de ajedrez, se acercó lentamente a la barra dando la espalda al autor de tantos libros de éxito. Cogió su vaso de vino y lo apuró sin prisas. Después cayó de rodillas, aún con el vaso en la mano, sobre un charco de la sangre que manaba de sus pulmones. Detrás, Arturo Pérez Reverte, mantenía con firmeza una pistola humeante. La guardó en su espalda, entre el cinturón y el pantalón, y sin prisas salió del local.
Poco a poco la gente se fue arremolinando alrededor del cadáver del poeta sin poder hacer ya nada por él.
Realmente se llevaban mal, dijo el camarero y cogió el teléfono para llamar a la policía.